Dada y surrealismo
Dada
1916-1925
El Dadaísmo nace en el año 1916, en plena
guerra mundial, en la ciudad de Zurich. Fue, quizás, el movimiento más
subversivo de la historia del arte y las letras. En ese entonces, la neutral
Suiza, era el refugio de innumerables personajes irregulares. Entre ellos,
intelectuales y artistas. Tristan Tzara, Janco, Hans Arp, Hugo Ball,
Huelsenbeck fueron los que le dieron vida, en el Cabaret Voltaire, al Dadaísmo.
En el cabaret se sucedían todo tipo de veladas literarias.
Ahí se mezclaban la música, la poesía, la pintura y encuentros irreverentes donde se pretendía la máxima libertad y la
ruptura de toda regla. De estos sucesos se dirá, más tarde, que fueron los
primeros “happenings”. Los escritos de Tristan
Tzara, son los textos fundamentales del Dadaísmo: La premiere aventure céleste de Mr. Antipyrine, de 1916, y los
manifiestos de 1918 y 1920.
Acerca del surgimiento de Dada, en una
entrevista hacia el año 1950, el mismo Tzara declaraba: “Para comprender como nació Dada es necesario imaginarse, de una parte,
el estado de ánimo de un grupo de jóvenes en aquella especie de prisión que era
Suiza en tiempos de la Primera Guerra Mundial, y de otra, el nivel intelectual
del arte la literatura de aquella época (...) Hacia 1916-1917 la guerra parecía
que no iba a terminar nunca (...) De ahí el disgusto y la rebelión. Estábamos
resueltamente contra la guerra, sin por ello caer en los fáciles pliegues del
pacifismo utópico (...) La impaciencia de vivir era grande; el disgusto se
hacía extensivo a todas las formas de la civilización llamada moderna, a sus
mismas bases, a su lógica y su lenguaje, y la rebelión asumía modos en lo que
lo grotesco y lo absurdo superaban largamente a los valores estéticos. No hay
que olvidar, también, que un avasallador
sentimentalismo enmascaraba lo humano, y que el mal gusto con pretensiones de
elevación campaba por sus respetos en todos los campos del arte, caracterizando
la fuerza de la burguesía en todo lo que tenía de más odioso.”
Ya
antes, en 1948, Tristan Tzara había escrito: “Dada nació de una exigencia moral, de una voluntad implacable de
alcanzar un absoluto moral (...) nació de una rebelión que entonces era común a
todos los jóvenes, una rebelión que exigía una adhesión completa del individuo
a las necesidades de su naturaleza, sin consideraciones para con la historia,
la lógica, la moral común, el honor, la patria, la familia, el arte, la
religión, la libertad, la fraternidad y tantas otras nociones correspondientes
a necesidades humanas, pero de las cuales no existían más que esqueléticos
convencionalismos, porque habían sido vaciadas de su contenido inicial(...)”
El propio nombre del movimiento “Dada” es un misterio, quedando en claro
su expresa intención de no querer significar nada. Es más que nada un símbolo
de negación y rebelión. El Dadaísmo se mantuvo en
el ámbito de una violenta negación intelectual. El fondo de tal actitud era la
protesta contra los falsos mitos de la razón positivista. Protesta que llevaron
hasta las últimas consecuencias, o sea, a la negación absoluta de la razón.
Tristan Tzara dirá: “El agua del diablo llueve sobre mi razón”. Rechazaron
hasta la noción de arte, es decir, su negación actúa no sólo contra la
sociedad, sino contra todo lo que de alguna manera se relaciona con las
tradiciones y las costumbres de la sociedad.
Así
pues, Dada es antiartístico, antiliterario, antipoético. Dada está contra la
belleza eterna, contra la eternidad de los principios, contra las leyes de la
lógica, contra la inmovilidad del pensamiento, contra la pureza de los
conceptos abstractos y contra lo
universal en general. Propugna la desenfrenada libertad del individuo, la
espontaneidad, lo inmediato, la contradicción, el no donde los demás dicen sí y
el sí donde los demás dicen no; defiende la anarquía contra el orden y la
imperfección contra la perfección. Por tanto, en su rigor negativo, está contra
el modernismo, es decir el expresionismo, el cubismo, el futurismo, y el
abstraccionismo, acusándolos en última instancia, de ser sucedáneos de cuanto a
sido destruido o está a punto de serlo, y de ser nuevos puntos de
cristalización del espíritu. Tzara se refiere al Modernismo con sus vanguardias
como laboratorios de ideas formales.
Las
dadaístas afirmaban que el espíritu nunca debe ser aprisionado en la camisa de
fuerza de una regla, aunque sea nueva y distinta, sino que siempre debe estar
libre, disponible y suelto en el continuo movimiento de si mismo, en la
continua invención de su propia existencia. Ninguna esclavitud, ni siquiera la
de Dada sobre Dada. En cada momento, para vivir, Dada debe destruir a Dada. No
existe una libertad establecida para siempre, sino un incesante dinamismo de
libertad, en la que ésta vive negándose continuamente a sí misma.
El
Dadaísmo es, pues, no tanto una tendencia artística-literaria, cuanto una
particular disposición del espíritu; es el acto extremo del antidogmatismo. Lo
que interesa a Dada es más el gesto que la obra; y el gesto se puede hacer en
cualquier dirección de las costumbres, de la política, del arte de las
relaciones. Importa que el gesto sea siempre una provocación contra el llamado
buen sentido, contra las reglas y la ley. El escándalo es el instrumento
preferido de los Dadaístas para expresarse.
Desde
este punto de vista, el Dadaísmo también va más allá del significado o de la
simple noción de movimiento, para convertirse en un modo de vida. El sentido de
su áspera polémica contra el Arte y la Literatura, con mayúsculas, debe verse
precisamente en el hecho de que en ellos, hipócritamente dedicados a captar los
“valores eternos del espíritu”, la vida había sido abolida y segregada. Dada
era, en cambio, el deseo agudo de transformar la poesía en acción. Era, en
suma, el intento más exasperado de soldar esa fractura entre arte y vida cuyo
primero y dramático anuncio había sido dado por Van Gogh y Rimbaud.
Así
Dada hace uso de los medios y hallazgos de otras vanguardias pero su poética es
diferente. Lo que caracteriza a Dada no es una razón ordenadora, una coherencia
estilística, ni un módulo formal. Ellos no crean sino fabrican objetos y lo que
les interesa es el significado polémico del procedimiento, la afirmación
virtual de las cosas, de la supremacía del azar sobre la regla, la violencia
explosiva de su presencia irregular entre “auténticas” obras de arte. A los
objetos dadaístas va unido esencialmente un gusto polémico, una arbitrariedad
irreverente y un carácter del todo provisional, bastante alejados de la idea de
constituir un ejemplo estético,
En
el manifiesto de 1920 Tzara sintetizó tal método de fabricación. Para hacer un
poema aconseja:
Tomad un periódico.
Tomad unas tijeras.
Elegid en el periódico un artículo que tenga la
longitud que queráis dar a vuestro poema.
Recortad el artículo.
Recortad con cuidado cada palabra de las que forman
tal artículo y ponedalas todas en un saquito.
Agitad dulcemente.
Sacad las palabras una detrás de otra, colocándolas en
el orden en que las habéis sacado.
Copiadlas concienzudamente.
El poema está hecho.
Ya os habéis convertido en un escritor infinitamente
original y dotado de una sensibilidad encantadora.
Se
expresa en esta “poética” la aspiración de los Dadaístas a una verdad que no
estuviese sujeta a las reglas establecida por una sociedad desagradable y
enemiga del hombre. También era un “gesto”, una forma de batalla a la
mentalidad burguesa académica y contrarrevolucionaria.
Kurt
Schwitters, utilizó el método de “la poesía en el sombrero” en la fabricación
de sus colages y assemblages. Schwitters, en 1919, se forjo un Dadaísmo propio,
llamado por él Merz. Utilizó de todo: trozos de madera, de hierro, recortes de
lata, tapones, plumas de gallina, billetes de tranvía, sellos, clavos, piedras,
cuero, etc. La llamaban pintura de la inmundicia. Pero Schwitters era menos
radical y sus obras dejaron de ser dadaístas cuando intentó dar a su producción
un valor estético.
En
Nueva York Duchamp y Picabia, se entregaron a una actividad dadaísta. Ya en
1913-1914, en París, Duchamp había tomado un portabotellas y una bicicleta para
firmarlos, luego, como obras suyas. En Nueva York, en la exposición del salón
de los independientes, envió un urinario con el titulo de fuente, afirmando: “las únicas obras de arte que América ha dado
son sus cañerías y puentes”. Esa pieza nunca se expuso. Fue inmortalizada
por una fotografía de Alfred Stieglitz que apareció en “Then Blind Man”, una revista de corte dadaísta. También su amigo
Arthur Cravan que debía pronunciar una conferencia sobre la pintura, se
presentó borracho y produjo un escándalo. En esa época Duchamp hace salir en
Nueva York tres pequeñas publicaciones: dos números de “The Blindman” y “Rongwrong”.
Picabia edita la revista “391”, donde
publica poesías, también, dibujos de máquinas y de objetos fielmente copiados.
En Nueva York los acompaña Man Ray. La obra de Man Ray, además de sus
característicos “objetos inútiles”, comprende los “Rayogramas”, nombre que el artista da a sus experimentos basados en
la técnica de reproducción fotogénica sin cámara. Critian Shad ya había
realizado este tipo de fotografías en Suiza, a las cuales Tristan Tzara, en
honor al arista las bautizó: “Shadografías”
En
1918 Picabia, de regreso a Europa, irá a Zurich a conocer a Tzara y se
convierte en uno de los defensores de Dada.
En
Berlín, en 1918, fue impreso el primer manifiesto de Huelsenbeck. El manifiesto
se levanta contra el Expresionismo acusándolo de querer obtener una honorable aprobación burguesa. En
otro parte afirma de sobre Dada: “la
palabra Dada simboliza la relación mas primitiva con la realidad que nos rodea:
con el Dadaísmo una nueva realidad toma posesión de sus derechos. La vida
aparece en una simultanea confusión de ruidos, de colores y de ritmos
espirituales que en el arte dadaísta son inmediatamente recogido por los gritos
y las fiebres sensacionales de su audaz psique cotidiana, y en toda su brutal
realidad (...) Estar en contra de este manifiesto significa ser dadaísta”.
En
el mismo ano Raoul Hausmann publicaba también su manifiesto: “Cinema sintético de la pintura”. En
efecto los alemanes fueron los primeros en utilizar el fotomontaje. En 1931, en
una exposición histórica del fotomontaje en el Museo de Artes y Oficios,
Hausmann afirmaba: “(...) los dadaístas
fueron los primeros en servirse de la fotografía como material para crear, con
la ayuda de estructuras bastantes
diversas y a menudo heteróclitas y de significado antagonista, una nueva
entidad que arrancara del caos de la guerra y de la revolución un reflejo
óptico intecionadamene nuevo (...) Luego, las cosas cambiaron y el fotomontaje
sufrió una evolución constructiva (...) La técnica del fotomontaje se ha
simplificado en razón de su campo de aplicación que es, sobre todo, la
propaganda política y la publicidad comercial. La claridad necesaria que los
eslóganes políticos y comerciales exigen, influirá cada vez mas en sus medios
de equilibrar los contrastes mas impresionantes y alejara los caprichos de
primera hora (...)”.
El
fotomontaje liberado de la casualidad y del automatismo de sus elementos
heterogeneos y del gusto por el absurdo dadaísta, se había impuesto
especialmente en U.R.S.S. como instrumento de propaganda política y pedagógica,
en el ámbito del Frente de Izquierda de las Artes, el “Lef ”. Así, como quería Dada, arte y vida se mezclaron de forma
directa, transitoria y contingente en la crónica de todos los días, en las paredes
de las calles.
Una
de las características de Dada había sido romper la barrera de los géneros
literarios y artísticos: el cuadro-manifiesto-fotografía era un producto de esa
búsqueda, como las poesías dibujadas, el grabado tipográfico figurativo y los
poemas fonéticos. El fotomontaje era un arte no reconocido, sin pretensiones de
eternidad, inmerso de lleno en lo inmediato real. No se puede decir, si se
piense que los dadaístas pretendían un arte que este de acuerdo con el hombre activo y con la vida que late en su
plenitud, que la evolución del fotomontaje fuera contraria al espíritu
Dada.
John
Heartfield, en tanto, realizaba sus fotomontajes desde 1914. Del frente de la
guerra enviaba postales con recortes de revistas y periódicos. Otra de las
aportaciones fundamentales fue la de los fotomontajes de Max Ernst.
Los
dadaístas alemanes evolucionaron hacia medios expresivos y hacia posiciones que
superasen la anarquía inicial. Adhirieron a la revolución Rusa y participaron
activamente en política.
En
París, con la llegada de Tzara comienzan las manifestaciones dadaístas. El
grupo parisiense compuesto por Picabia, Aragon, Soupault, Ribemont-Dessaignes,
Breton, Péret y otros ya estaba reunido y se había interesado por Dada (Breton
y Apollinaire ya en 1917 habían leído los primeros números de la revista de
Zurich “Dada”). Antes de la llegada
de Tristan Tzara, las publicaciones “Dada
III” y “Dada IV-V” divulgaban el
movimiento en la capital francesa. También “Litterature”
dirigida por Breton y Soupault dedicaba sus paginas a Dada.
Algunas
de estas manifestaciones fueron famosas: la del festival Dada en la Sala Gaveau
y la de 1921 en la sala de las Societes Savantes conocida como “Proceso de Barres”. También a partir de
la llegada de Tzara y de las manifestaciones surgen nuevas revistas dadaístas:
“Proverbe” de Eluard, “Cannibale” de Picabia y “Z” de Paul Dernee. En un folleto
distribuido en 1921 y mencionado por G. Hugnet se aprecia el espíritu de estos
dadaístas: “(...) Dada... Dada ha
existido siempre. La Santa Virgen fue dadaísta. Dada nunca tiene razón.
Ciudadanos, compañeros, señoras y caballeros, desconfíen de las imitaciones.
Los imitadores de Dada quieren presentar a Dada en una forma artística que
nunca tuvo. ¡Ciudadanos! hoy os presentan en una forma pornográfica un espíritu
vulgar y barroco que no es absolutamente la idiotez pura proclamada por Dada,
sino el dogmatismo y la imbecilidad pretenciosa”.
Con
el escándalo, la agitación y las cabezonerías, estos intelectuales buscaban
colmar el vacío, la desesperación y la nausea que la guerra y la posguerra
había provocado en ellos. Era una forma de no escuchar la voz de la angustia.
Los dadaístas franceses, herederos de Rimbuad, pensaban seguir viviendo
cauterizando sus llagas con el activismo provocador.
Pero
Dada era un movimiento de emergencia, no algo que pudiera reestructurarse,
encarrilarse por vías más normales, adquirir una patente legal de identidad y
elegirse una morada en la que establecerse para toda la vida. Era justo, y
entraba en el espíritu dadaísta, que Dada matara a Dada.
En
Berlín Dada como movimiento había finalizado en 1920. En París termina en 1923.
Mas tarde Tzara hablara de un final voluntario. En 1922 Breton en “Literature” ya había decidido su
alejamiento.
La
actividad dadaísta no tenia valor más que en la medida en que otra cosa la
hubiera sustituido. Pero ciertamente Dada no podía prescindir del Hombre: del
hombre liberado, a través de aquellas destrucciones necesarias preconizadas por
Rimbaud, de todas las incrustaciones que falseaban su fisonomía. Por tanto Dada
aspiraba a una verdad humana no desfigurada. Pero lo decisivo en todo ello es
su voluntad de quebrar las fronteras del arte y de la literatura para liberar
las fuentes mismas de la poesía en el hombre. De ahí su definición de la
poesía, no como medio de expresión, sino como manifestación del espíritu, no
como manifestación secundaria de la inteligencia y de la voluntad, sino como
manera de ser y de vivir: la búsqueda de una libertad solo concebible en la
expresión total de la personalidad del hombre. Se trata de la primacía de la
vida sobre la estética.
Surrealismo
(1924-1945)
Surgió en
Alemania a partir del 20. Una pintura comprometida y critica con la sociedad.
Pese a que sus orígenes se confundan con el Dadaísmo, el surrealismo tiene
características propias e incluso opuestas. Dada era una posición provisional,
producida por la náusea de la guerra y perseguida en el derrumbamiento de la
posguerra. El surrealismo, ante todo, tiene una poética propia, unos objetivos,
con lo cual se separa radicalmente de Dada, cuyo único programa era justamente
estar en contra de todos los programas.
Lo que el Dada
no había podido hacer por su misma naturaleza lo intento hacer el surrealismo.
Dada halla su libertad en la practica constante de la negación, el surrealismo
intenta dar a esta libertad el fundamento de una “doctrina”. Es el paso de la
negación a la afirmación. Muchas de las posiciones dadaístas se mantienen en el
surrealismo: sus actitudes destructivas, sus gestos, su rebelión, sus métodos
provocadores. Pero todo adquiere una fisonomía distinta.
El surrealismo se
presenta con la propuesta de una solución que garantice al hombre una libertad
positivamente realizable. Al rechazo total, espontáneo y primitivo del Dadaísmo,
el surrealismo propone una búsqueda experimental y científica, apoyándose en la
filosofía y la psicología.
El surrealismo es
conciente de la fractura que existe entre arte y sociedad, entre mundo exterior
y mundo interior, entre realidad y fantasía. Todo el esfuerzo de los
surrealistas consistió en encontrar una mediación entre estas dos orillas. En
el dadaísmo y en el expresionismo también encontramos el sentimiento de la
fractura y de la crisis, pero sólo en el surrealismo la búsqueda de la solución
fue un empeño específico.
El problema de la
libertad, pues, sigue siendo el problema del surrealismo. Por ello, al igual
que Dada, tampoco se presenta como escuela artística. El lema de Rimbaud, “la literatura es una idiotez” es también
su lema. Para el Surrealismo la apuesta en juego es más importante que el arte
de hacer cuadros o de escribir versos: está en juego el destino del hombre, su
fortuna o su ruina en la tierra.
Según los surrealistas
el problema de la libertad presenta dos facetas: la de la libertad individual y
la de la libertad social; por tanto, también deben ser dos las soluciones, si
bien la libertad social, a la que se debe llegar a través de la revolución, es
premisa para realizar la completa libertad del espíritu. De 1923 a 1935 y con Breton
a la cabeza, el surrealismo se dedica a aclarar estos dos términos. Dos nombres
serán de importancia determinante: Marx y Freud. Marx como teórico de la
libertad social; Freud como teórico de la libertad individual. He aquí, pues,
otro de los aspectos nuevos del surrealismo: su voluntad de superar las
posiciones de protesta y rebelión para llegar a una explícita posición
revolucionaria.
El surrealismo se inclinó resueltamente hacia la política en 1925, un año después de la publicación del primer manifiesto de Breton ( el Primer Manifiesto data de 1924, el Segundo Manifiesto Surrealista pertenece al año 1930 y Los Prolegómenos a un Tercer Manifiesto del Surrealismo fue publicado en 1942). En el año 1926 Aragon, Breton, Eluard y Péret entraban al partido Comunista francés. En 1930 la revista Révolution Surréliste se transformó en Le surrealisme au service de la révolution. Aunque las diferencias entre el partido comunista francés y el surrealismo o incluso entre los mismos surrealistas no tardaron en manifestarse, y a pesar de que Breton y Eluard abandonaron el Partido Comunista en 1933, la orientación general del movimiento no varió. En una conferencia celebrada en Londres en el año 1936 Eluard decía: “(...) los poetas dignos de este nombre, como los proletarios, se niegan a ser explotados. La poesía verdadera está en todo lo que no se ajusta a esta moral, a una moral que, para mantener el orden y el prestigio, no sabe hacer otra cosa que construir cuarteles, bancos, cárceles, iglesias y prostíbulos. La poesía verdadera está en todo lo que libera al hombre de este bien espantoso, bien que tiene un rostro de muerte. Se halla en la obra de Sade, de Marx o de Picasso, como en la de Rimbaud, Lautréamont o Freud. (...) en la revolución de Asturias y en las huelgas de Francia y de Bélgica.”
Para los surrealistas, Sade y Lautréamont son ejemplos de una profunda
rebelión moral. Sade porque quiso devolver al hombre civilizado la fuerza de
sus instintos primitivos; Lautrémont por la desenfrenada violencia de sus sentimientos.
Ambos lucharon contra lo que es falso y artificial, contra una realidad
embustera e indigente que humilla al hombre. He aquí la cuestión del
surrealismo: restituir al hombre su potencia, que siglos de prejuicios, de
ofensas y de inhibiciones han conculcado. Esta es la revolución individual que
propone el surrealismo, una revolución que debe cortar los lazos de una larga
opresión que deforma la naturaleza y personalidad del hombre.
Sade fue considerado por Breton como la más autentica anticipación de
Freud y de toda la psicopatología moderna. A esta revolución individual Freud
aportó algunas armas insustituibles con sus estudios sobre la psicología del
sueño, y, de modo más general, con todas sus exploraciones en la vida de lo
inconsciente. En el Primer Manifiesto Breton exclama sobre Frued: “Gracias a
él la imaginación acaso esté a punto de reconquistar sus derechos”
Los surrealistas
consideraron un importante significado al mundo de los sueños. El sueño
representa una porción de tiempo no inferior acaso a la vigilia. Es, por tanto,
una parte esencial de nuestra existencia. André Breton declaro: “ Creo en la futura disolución del sueño y la
realidad, circunstancia que en un principio parecen tan diferentes, en una
especie de, si se quiere, surrealismo” con ello se hizo responsable del
nombre de este movimiento. Para Breton el surrealismo no es un medio de
expresión nuevo o más fácil, no es una nueva metafísica de la poesía; es un
medio de liberación total del espíritu y de todo lo que se le asemeja. Para los
surrealistas es necesario aprender con todos los medios a liberar las fuerzas
de nuestro yo inconsciente, incluso en el estado de vigilia, es necesario
hallar los modos de hacer intervenir en la vida disipada de nuestros días la
voz sepultada de nuestro espíritu, esa voz que los convencionalismos más
brutales intentan repeler. Breton declaraba en el Primer manifiesto: “Surrealismo
es automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente,
por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento.
Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón,
ajeno a toda preocupación estética o moral”. Los surrealistas practicaron
la escritura automática incluso bajo los efectos del opio o en estado de
somnolencia. Pero ni siquiera al componer poesías con frases enteras recortadas
de periódicos, como en algún caso hicieron los surrealistas, puede confundirse
el método con el método dadaísta. El automatismo surrealista difiere del de
Dada en que es más psíquico y menos mecánico. En el surrealismo el estímulo
casual de las frases termina por provocar una elección que pone en marcha el
mecanismo psíquico en una determinada dirección. Otros modos de exteriorización
del pensamiento fueron también
estudiados por los surrealistas, pero el dictado automático siguió siendo el
modo fundamental, al que, en mayor o menor medida, todos los demás se remiten.
En un ensayo publicado
en 1928, Breton abordaba el problema de la pintura surrealista: “Hasta
ahora, el error cometido fue pensar que el modelo no podía tomarse más que en
el mundo exterior, o que sólo allí se podía tomar (...) La obra plástica, para
responder a la necesidad de revisión absoluta de los valores reales sobre los
que hoy todos los espíritus están de acuerdo, se inspirará, pues, en un modelo
interior o no podrá existir.”
Hubo dos generaciones
de pintores surrealistas: la primera, Ives Tanguy, Joan Miró, y Max Ernst, y la
segunda, René Magritte, Salvador Dalí y la mexicana Frida Kalo. Trataron de
poner la realidad espiritual en el lugar de un mundo real. Esto es, un realismo
que tenga en cuenta no solo la realidad de la conciencia, sino también el mundo
del inconsciente freudiano, expresado en los sueños y en los estados de
semiconciencia.
Los pintores De Chirico
y Dalí intentaron atravesar los procesos mentales guiados por el consciente
mediante un irritante mundo pictórico impregnado de tensiones, diseñando en un
estilo realista cuadros completamente irreales. Los cuadros de Dalí parecen
visiones y sueños repletos de signos y códigos inexplicables arrastrados a la
luz del día, esta mas allá de cualquier lógica y concepción racional del mundo.
También el belga René
Magritte realizo un análisis de la realidad. Deseaba descubrir lo extraño
dentro de lo familiar. Su cuadro El
imperio de las luces provocaba irritación contemplarlo detenidamente ya que
el día y la noche están entrelazados tan naturalmente que la contradicción toma
la apariencia de la realidad. Quería demostrar en sus cuadros la diferencia entre
el arte y la realidad, por ejemplo en su famosa representación de una pipa bajo
la que escribió "esto no es una pipa” (sino la imagen de una pipa). Con
sus desconcertantes cuadros el pintor llevo a la conciencia la relación entre
lo aparente y la realidad.
La alineación de un
mundo material, solo es una de las pocas posibilidades que ofrecían de penetrar
en las capas de las mas profundas del inconsciente. Otras de las posibilidades
que tomaron fueron de dejar vía libre al mundo de la imaginación. Max Ernst fue
uno de los principales pintores que hizo uso de esta concepción, empleo
técnicas como el frottage, el garattage
o la calcomanía.
Los pintores dejaban
fluir con toda libertad sus pensamientos y su forma de pintar. Este proceso de
creación les pareció a los surrealistas un camino valido para transportar las
imágenes de las profundidades del inconsciente sobre un lienzo o el papel.
Los trabajos de Miró
están sometidos a reflexiones contextuales, también deben contemplarse como
juegos de la fantasía. Este artista dibujo en sus obras posteriores
abreviaciones poéticas de formas sugestivas y colores variados. Sus cuadros
flotan en la figuración y la abstracción, y sus oscilantes líneas, estrellas,
círculos y soles incitan a la fantasía y estimulan la imaginación. Miró deseaba
mover el alma del espectador.
Los surrealistas no
expusieron directamente en sus obras los acontecimientos políticos europeos. Su
dedicación hacia lo interno puede considerarse como una negación critica de un
mundo que sé esta destruyendo así mismo, y que es plenamente consiente de ello.
La producción artística
en Alemania había disminuido considerablemente a causa de la guerra. Las obras
de los artistas contemporáneos más importantes fueron retiradas de los museos,
destruidas o vendidas al extranjero. Los artistas difamados se les prohibió
pintar y se les persiguió, esto obligó a muchos a emigrar, puesto que un gran
numero de artistas huyo a los EE.UU., New York se convirtió en los años
cuarenta en el punto de encuentro artístico.
Diapositivas 1
Marcel Duchamp. Desnudo bajando la
escalera II (1912)
Marcel Duchamp. Rueda de bicicleta (1913)
Marcel Duchamp. Portabotellas (1914)
Marcel Duchamp. Fuente (1917)
Marcel Duchamp.
L.H.O.O.Q. (1919)
Marcel Duchamp. Percha para sombreros
(1917)
Marcel Duchamp. Rotativa placa de vidrio
(1920) (Trabajo junto a Man Ray)
Man
Ray.Tristan Tzara (1926)
Man
Ray. Revolver.
Rayograma (1924)
Man Ray. Violin de Ingre (1924)
Man
Ray. Rayograma (1935)
Man Ray. Mano y Huevo (1946)
Man
Ray. Still Life (1933)
Man
Ray. Desnudo. Solarización (1933)
De Chirico (1914)
Josehp Beuys. Piano de cola para días de
fiesta.
Rene Magritte. Imperio de las luces (1967)
Rene Magritte. Amorios peligrosos (1926)
Rene Magritte. Los dos misterios (1966)
Rene Magritte. La condición humana (1935)
Rene Magritte. El balcón de Monet (1950)
Miró. Constelaciones (1940)
Miró. Paisajes (1925)
Miró. Perro que ladra a la luna (1926)
Miró. Hombre tocando el Laúd (1961)
Miró. Mujer ante el Sol (1950)
Salvador Dalí. Canivalismo de otoño (1936)
Salvador Dalí. Vertigo o torre del placer
–detalle- (1930)
Salvador Dalí. Instrumento masoquista
(1933)
Salvador Dalí. Mujeres con cabeza florales
(1936)
Critian Shad. Shadografías (1960)
Alexander Rodchenko. Fotomontaje (1923)
Moholy-Nagy. El sueño de un pensionado de
señoritas (1925)
Diapositivas 2
Guerin (1890)
Herbert List. (1937)
Canet Teige
fotocollage
Kriwoblocki (1928)
Kazimierz Podsadcki
venus B. (1933)
Hans Bellmer La
muñeca (1937)
Andree Racz Ave recien nacida (1943)
Takada (1947-1950)
Vera Lehndorlf y Holger Trulzsch Oxidacion
(1986)
Anntte Messager Mis
trofeos
Rom O´Donnell Adan y Eva (1990)
John
Slezaker Collage (1990)
Revistas
Dada
Revistas Dada
Szczukz (1926) Foomontaje
Szczukz (1924) Foomontaje.
Joel
Peter Witkin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario