NUEVAS CONCEPCIONES ARQUITECTÓNICAS
ANTES Y ALREDEDOR DE LA BAUHAUS
La Revolución Industrial cambió el contexto
tecnológico y social de la construcción hasta tal punto que los antiguos
preceptos y objetivos de la composición arquitectónica perdieron toda su
validez. A partir de 1840, los principales artistas y críticos buscaron nuevas
aproximaciones a la arquitectura.
La sustitución del trabajo artesanal por la técnica
de la maquinaria moderna era el fin de la actividad individual. En Inglaterra,
el escritor John Ruskin y el diseñador William Morris sostenían que los objetos
producidos por la máquina estaban desprovistos de significado cultural y por
ello carentes de cualidades estéticas. Con el objetivo de la renovación artesanal del arte y la cultura
se originó el movimiento Arts & Crafts que deseaba conservar el valor del
trabajo humano individualizado. Inspirados en el pasado medieval y en la
ideología socialista afirmaron la importancia del artesanado y buscaron la
implicación directa de los obreros en la producción de artefactos de uso
cotidiano y doméstico. Empezaron a cuestionar, además, los estilos eclécticos e
historicistas que por entonces dominaban las escuelas occidentales de Bellas
Artes. De esta manera se combinó la reivindicación del oficio artesanal con
criterios de modernidad. Fueron precursores del racionalismo por sus formas
arquitectónicas simples y escasa decoración.
El camino hacia el empleo de los nuevos materiales
industriales en detrimento de los tradicionales lo abrieron a comienzos del
siglo XX figuras como los hermanos Peret en Francia, con sus experimentos con
hormigón armado, y Louis Sullivan como integrante de la escuela de Chicago. El
estilo conocido como Art Nouveau apareció a principios de la década de 1890 en
diversos países. Marcó una ruptura radical con las formas compositivas tradicionales. Se caracterizó
por la concepción artística global, desde los objetos decorativos y el
mobiliario hasta el propio edificio, y por su libertad creativa, simbolizada
con las formas orgánicas de la naturaleza, aprovechando las posibilidades de
los nuevos materiales y técnicas industriales.
El paso decisivo en la teoría y en la práctica lo dio
Frank Lloyd Wright, considerando la máquina y la producción industrial como un
instrumento y un elemento
importante en el proceso del diseño. Rindiendo
tributo a William Morris, destacó la sencillez como una de las nuevas metas a
conseguir. Sus principios racionales y su composición a base de potentes planos
perpendiculares se observan en sus prairie houses, como la casa Robie de 1908
(Chicago).
En Munich, Alemania, se creó la Werkbund (asociación
del trabajo, de artistas, artesanos y arquitectos) en 1907, que tenia como
objetivo el abandono de la nostálgica ideología arte y artesanía,
aceptación de la industria y
sustitución radical del concepto de “arte y vida” por el de “arte y economía”.
Sus marcas características eran “calidad” y “sentido practico”. La arquitectura
industrial tuvo aquí su línea evolutiva particular. Entre sus miembros
destacaron Peter Behrens, Hermann Muthesius, Henry van de Velde y Walter
Gropius.
La devastación provocada por la I Guerra Mundial trajo consigo la necesidad de
reemplazar los edificios destruidos
por otros alojamientos de bajo costo. Se vio la urgencia de generar masivamente
productos que satisficieran las necesidades de un mercado cada vez más amplio y
exigente. En otras palabras, se requerían productos que pudieran ser adquiridos
por cualquier persona, evitando así que circularan solamente en una clase
social o en una elite reducida. La demanda de más y mejores bienes impulsó y
obligó a los talleres de arte y de mano de obra a convertirse en diseñadores
industriales. Propuestas como las de Le Corbusier, aunque nunca llevadas a la
practica, anticiparon logros posteriores acerca del manejo del hormigón armado,
pilares exentos y vanos vidriados. Junto a Amédée Ozenfant fundó el movimiento
purista, combinando el carácter científico del cubismo con un sentido clásico
de la armonía. Esta asociación de modernidad y clasicismo se convirtió en una
constante de toda la obra de Le Corbusier. En su libro Hacia una arquitectura
(1923) reclamaba para ésta el rigor compositivo de los templos clásicos al
mismo tiempo que la generalización de un nuevo lenguaje basado en la estética de
las máquinas. El desafío para los arquitectos modernos radicaba, según él, en
construir edificios de acuerdo con los nuevos modelos tecnológicos.
De Stijl (El estilo) fue el título de una revista en
torno a la cual se constituyó el grupo de artistas neoplasticistas holandeses
en torno a 1919. Sus representantes más destacados, aparte de los pintores Piet
Mondrian y Theo van Doesburg, fueron los arquitectos Jacobus Johannes Pieter
Oud y Gerrit Rietveld (también diseñador de muebles), cuya casa Schröder (1924-1925)
en Utrecht resume los criterios abstraccionistas del movimiento —volúmenes a
partir de la intersección ortogonal de planos independientes, pintados en
colores primarios, así como la eliminación del ornamento y la simetría y la
repetición—. La influencia de De Stijl se extendió más allá de Holanda,
infiltrándose con fuerza a comienzos de la década de 1920 en la Bauhaus.
Mientras la Bauhaus florecía bajo el liderazgo de
Gropius, otros grupos como Der Ring representaban un destacado papel en la
evolución de la arquitectura alemana. Estaba integrado por arquitectos como
Bruno Taut y Ludwig Mies van der Rohe, quien también fue director de la Bauhaus
desde 1930. Mies van der Rohe participó desde 1923 de la tendencia racionalista
predominante. De entre sus principales trabajos en esta época destacan el
pabellón alemán para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, y la
dirección del conjunto residencial de Wiessenhof, en 1927. En esta exposición,
organizada por la Deutscher Werkbund, destacan el edificio de apartamentos del
propio Mies y las villas de Le Corbusier, J. J. P. Oud y Hans Scharoun. Los
proyectos de Oud fueron casas de volúmenes simples y geométricos, mientras que
Le Corbusier ejemplificó sus preferencias personales por las formas blancas y
cúbicas apoyadas sobre pilares exentos (pilotis) y rematadas por terrazas
ajardinadas.
Un hito importante de este proceso fue la exposición
de arquitectura celebrada en 1932 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Aunque dominada por los principales arquitectos europeos, la muestra atrajo
también a destacados arquitectos japoneses y estadounidenses.
“Debemos inventar y reconstruir la ciudad futurista:
debe ser como un lugar inmenso, tumultuoso, lleno de vida, dinámico en todas
sus partes; la casa futurista debe ser como una enorme maquina” ( Antonio
Sant´Elia, 1888-1916). La penetración de la vida urbana, con la industria, las
fabricas y las estaciones eléctricas se veían como algo deseable, que expresaba
las nuevas necesidades de la ideología del dinamismo y de la maquina. Este era
el postulado que dominaba la proyección arquitectónica de principios del siglo
XX.
LA BAUHAUS
En Alemania y en Austria investigaciones semejantes
condujeron al establecimiento de un estilo moderno. Especialmente influyentes
fueron las innovaciones de dos arquitectos austriacos: Otto Wagner, que
enfatizó la función, la textura del material y la claridad estructural, y Adolf
Loos, que propugnó el uso de las formas geométricas. Estos y otros esfuerzos
por encontrar un lenguaje para la nueva era industrial se fundieron en la
personalidad del arquitecto alemán Walter Gropius, nombrado director de la
escuela de arte de Weimar tras la I Guerra Mundial. Junto a su colega
Adolf Meyer, Gropius, que se había formado en el estudio de Peter Behrens, se
había destacado ya por sus proyectos modélicos de fábricas. La Bauhaus fue
fundada en Weimar en 1919 Gropius con la pretensión de combinar la Academia de Bellas Artes y
la Escuela de Artes y Oficios. Basándose en los principios del escritor y
artesano inglés del siglo XIX William Morris y en el movimiento Arts &
Crafts, sostenía que el arte debía responder a las necesidades de la sociedad y
que no debía hacerse distinción entre las bellas artes y la artesanía
utilitaria. También defendía principios más vanguardistas como que la
arquitectura y el arte debían responder a las necesidades e influencias del
mundo industrial moderno y que un buen diseño debía ser agradable en lo
estético y satisfactorio en lo técnico. Por lo tanto, además de las clases de
escultura, pintura y arquitectura, se impartían clases de artesanía, tipografía
y diseño industrial y comercial.
La
escuela de Weimar, con la denominación de Bauhaus, se trasladó con
posterioridad a Dessau, donde los nuevos edificios (1925-1926) supusieron la
codificación definitiva de los principios del movimiento moderno: ventanas
horizontales, muro-cortina de vidrio, disposición racional y diseño global de
todos los elementos. Al siguiente año se consolidó a escala internacional con
las Weissenhof Siedlung (viviendas obreras) cerca de Stuttgart, dirigidas por
Ludwig Mies van der Rohe (otro discípulo de Behrens que en 1930 tomó el mando
de la Bauhaus, sucediendo al arquitecto Hans Meyer) y en las que participaron
varios arquitectos europeos.
Otros arquitectos y artistas sobresalientes que
componían el cuerpo de profesores de la Bauhaus fueron el pintor suizo Paul
Klee, el pintor ruso Wassily Kandinsky, el pintor y diseñador húngaro László
Moholy-Nagy (que fundó el Instituto de Diseño de Chicago siguiendo los mismo
principios de la Bauhaus), el pintor estadounidense Lyonel Feininger y el
pintor alemán Oskar Schlemmer.
Objetivos sociales de la Bauhaus
Esta temprana versión de la arquitectura
contemporánea contó con un programa social, derivado de la crisis económica que
vivió Alemania tras la I Guerra Mundial y de la gravísima carestía de
viviendas en los grandes núcleos urbanos. Durante la breve República de Weimar
(1919-1933), los gobiernos socialistas de muchas ciudades abordaron estos problemas,
al igual que numerosos arquitectos progresistas, como lo atestiguan los
Siedlungen (barrios obreros) de Viena, Berlín y Frankfurt. En ellos se
investigó con profundidad el concepto del Existenzmininun (mínimo espacio
habitable), proclamando que los conocimientos técnicos debían aplicarse para
mejorar las condiciones ambientales del conjunto de la sociedad y no sólo de
una elite.
Adopción de técnicas industriales
Desde este punto de vista, los arquitectos con
inquietudes sociales emplearon los materiales industriales y rechazaron los
materiales caros y exóticos, tratando de aprovechar las cualidades expresivas
que brindaban las técnicas económicas. Con las estructuras de acero, por
ejemplo, los muros se convirtieron en delgadas membranas, en ocasiones transparentes
gracias a los cerramientos de vidrio (muro-cortina). Ya no era necesario que
los muros y la tabiquería coincidieran con los pilares, o que las esquinas de
los edificios fueran sólidas para resistir el empuje de fuerzas de los
elementos sustentados. Se eliminó el principio de simetría y se controlaron con
escrupulosidad las proporciones. Los edificios debían responder a sus
necesidades programáticas de acuerdo con un sistema proyectual racionalista.
Los arquitectos, pintores, diseñadores y artesanos
que formaron parte de la Bauhaus llevaron a cabo una interesante labor teórica
dentro del campo de las artes visuales en la sociedad industrial. Mies van der
Rohe, director de la Bauhaus a partir de 1930, se desvió en algunos casos de la
línea más comprometida socialmente. En su pabellón alemán de la Exposición
Internacional de Barcelona de 1929, reflejó la búsqueda de lo elemental a
través de estructuras de acero y delgadas membranas de vidrio combinadas con
muros de ónice y un pódium de travertino, utilizando un sistema compositivo en
el que la influencia de De Stijl se hace patente. De la misma manera, en la
casa Tugendhat (1930) en Brno (República Checa), la nobleza de los materiales y
la aplicación del principio de economía expresiva que inspira su famoso lema
‘menos es más’ se convirtieron en los rasgos distintivos de su obra.
Hannes Meyer (1927 – 1930)
“La tendencia primordial de mi
clase será
funcionalismo – colectivismo –
constructivismo...”
A comienzos de 1928 Gropius propuso a Meyer como su sucesor en la labor directiva a
pesar de la mala relación que tenían.
Meyer inició con su dirección una
reforma inmediata. Introdujo cuatro novedades organizativas:
Ampliación de la instrucción
básica (con Klee, Kandinsky y Schlemmer)
Para los estudiantes que ya
trabajaban en los talleres se
repartía la educación entre dos polos: el artístico y el científico. El estudio
se prolongó a siete semestres; lo novedoso era la clara división entre arte y ciencia, así como la
tendencia científica del diseño.
Subdividió la sección de
arquitectura en aprendizaje y ejercicio
de la construcción. Esta era la sección más importante de la Bauhaus, y
en torno a ella se organizaban todas las demás.
Reguló la base financiera de los
talleres y reorganizó el trabajo interno de modo tal que aumentó el ingreso de
los estudiantes y de la escuela.
Los talleres de metal, carpintería y pintura mural se unieron en el
taller de montaje.
En la sección de publicidad se había integrado
impresión, propaganda, organización de exposiciones, fotografía y escultura.
Para Gropius, los principios de la producción de la Bauhaus se centraban
en el desarrollo de modelos para
bienes industriales como objetivo
principal. Meyer dió un paso más
al respecto: la Bauhaus debía desarrollar modelos para el pueblo. De este modo
asignaba una meta social al trabajo. La idea de Meyer era crear un número
reducido de productos estándar corrientes que, producidos industrialmente,
fueran asequible al más amplio sector de la población y se integraran a la vida
cotidiana. Propagaba no la investigación del carácter como punto de partido de
la actividad creativa, sino la averiguación sistemática de las necesidades de
consumo. Con ello sentó el proceso del diseño sobre nuevos principios.
CARACTERÍSTICAS
BASICAS DE LOS SISTEMAS DE CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS DE LA BAUHAUS
Se
basaban en tres tipos de viviendas básicas, las cuales eran adecuadas para
distintos fines. Se pueden clasificar en: a) vivienda con taller, b) casa
independiente de dos pisos, y c) casa unifamiliar de un piso.
Los
materiales para la construcción que se utilizaban eran económicos y resistentes
como el hormigón armado, vidrio y acero, que permitían una construcción rápida
y masiva.
La
orientación de las viviendas debía ser de este a oeste para que la luz natural
perdure durante todo el día en interior. Esta es una de las premisas
constructivas de la Bauhaus.
Para
colaborar con esto se reemplazaron los muros por grandes ventanales. La
utilización de pilares permitía la disolución del cuerpo constructivo a cambio
de una superficie vidriada. La pared se transforma entonces en un elemento
multifuncional, ya que funciona como limite espacial y como fuente de
iluminación, a la vez.
A
partir del uso del vidrio y la luz,
los espacios cambian en función de la relación con el entorno. Se da una
interrelación entre el espacio natural exterior y la vivienda. También se
logra esto con el uso de galerías
y terrazas a distintos niveles. Las galerías también se utilizaban para
economizar en escaleras.
La economización de
espacio es otra de las premisas con que se manejaba la Bauhaus. Esto se lograba
mediante, por ejemplo, el uso de la escalera caracol, que no ocupa mayor
superficie que la de su circunferencia. Los muebles estaban adaptados para una
mayor capacidad, eran plegables,
apilables y diseñados exclusivamente para las distintas casas. Al diseñar la
planta se tenía en cuenta la ubicación del mobiliario desde un principio. Las
construcciones también permitían la posibilidad de ser transformadas mediante
el uso de biombos, mamparas o canceles, dividiendo los espacios para aumentar
el número de ambientes.
La distribución de los
ambientes tenia como objetivo una mayor comodidad y la posibilidad de dominar
toda la casa desde un mismo lugar. Para esto hay una interconexión de espacios.
Por ejemplo, las cocinas se abrían hacia los comedores y para un mayor confort crearon el baño
en suite dentro o cerca de las habitaciones. No había que desperdiciar los
espacios: todo era utilizable.
En contraposición con
otros estilos, las fachadas y los interiores carecen de ornamentación. La falta
de ornamentos y de recovecos para llegar a la plena simplicidad era la meta de
la Bauhaus.
Encontramos entonces como
axioma esencial de este movimiento la necesidad de utilizar la menor cantidad
posible de elementos para lograr la más simple y funcional construcción. Como
decía Mies van der Rohe, “menos es más”.
TALLER TEXTIL
Desde 1925 todo el trabajo
organizativo y de contenido del taller textil estaban en manos de Gunta Stölzl.
Ella adquirió los más diversos sistemas de telares, adecuados tanto para el
aprendizaje como para la producción industrial, y elaboró un programa educativo
de tres años. Se sistematizó en parte el proceso creativo, mientras que las
alumnas se familiarizaban con el proceso industrial. Así se instituyó una nueva
profesión, la de diseñadora de tejidos. Pero dado que las alumnas adquirían sus
conocimientos básicos en el telar manual, estaban también capacitadas para
dirigir pequeños talleres artístico-artesanos.
Con la nueva dirección de
Meyer, se extendieron entre las alumnas las nuevas ideas sociales. Había que
partir ahora del análisis, evitando a conciencia las palabras estética y arte.
Las mujeres intensificaron la experimentación científico-sistemática.
Continuaron las pruebas con distintos materiales, como celofán, rayón,
felpilla, y desarrollaron nuevos tejidos resistentes, que respondían a la
consigna de “material útil”.
Anni Albers obtuvo uno de
los resultados más formidables: realizó un tejido con características distintas
en sus dos caras.
Por
iniciativa de George Muche, se equiparon los talleres con telares de jacquard
para poder intensificar la producción. Esto provocó una sublevación de las
alumnas que rechazaban estos telares, lo que llevó a su renuncia.
En 1930
se llegó a un acuerdo con la empresa textil berlinesa Polytex que tejía y
comercializaba diseños de la Bauhaus.
En 1931 Mies colocó tras
la renuncia de Gunta Stölzl a la
arquitecta Lilly Reich al frente del taller. Lilly había analizado con
profundidad el efecto de los textiles en el espacio y alcanzó resultados hasta
hoy sin rival sobre tejeduría. Creó un curso sobre ejercicios de combinación en
material y color.
El taller se concentraba en diseñar
muestras de estampado para imprimir y en recopilar colecciones para empresas.
Se comenzaron a comercializar los tejidos impresos; un gran número de los
estampados había sido tomado de los diseños de papeles pintados. Estos tejidos
impresos se vendían en grandes cantidades tanto para decoración de inmuebles
como para indumentaria.
TEATRO
El
ballet triádico fue el más famoso de la escuela, a pesar de su corta duración:
10 años. Consistía en una tríada de 3 bailarines en tres actos: ciclos
amarillo, rosa y negro. El vestuario utilizado era sumamente costoso y frágil.
Se reforzaba con papel mache, remaches y soldaduras, quedando bien rígido. Se
utilizaban faldas tiesas en forma de plato, que buscaban parecerse a los tutus
clásicos, máscaras, vestidos de alambre, cascos cónicos y puños esféricos.
Se
intentaba de esta forma (y aquí estaba su punto débil) constreñir a los bailarines en trajes
mas o menos rígidos, creyendo que su fuerza tanto física como psíquica bastaría
para superar el entumecimiento de su indumentaria mediante la intensidad del
movimiento. Querían lograr llenar el contenido de los vestuarios con una
sensación de vitalidad y asimilarla; enriquecer la disciplina artística con la
danza en su variante de la danza de disfraces.
Las
formas básicas del teatro son los cuerpos y planos matemáticos, junto a los
colores primarios azul, rojo, amarillo, más el blanco, el negro, y el verde. El
color en movimiento es la luz y un cuerpo en movimiento es igual a la forma en
movimiento. Este transforma el espacio. El escenario era considerado un espejo
cósmico. El cabaret mecánico (Batalla de Jena) se basaba en sombras chinescas y
en el juego de reflejos luminosos.
En conclusión, los elementos cuerpo, luz y espacio constituían los
fundamentos del teatro de la Bauhaus.
Dispersión de la Bauhaus
En 1933 los nazis accedieron al poder en Alemania, y
la Bauhaus, símbolo de la vanguardia alemana, fue clausurada. Sus miembros se
disgregaron. Gropius y Mies se exiliaron a Estados Unidos. El primero obtuvo
una cátedra en el departamento de arquitectura de la Universidad de Harvard en
1937, desde donde, hasta su jubilación en 1952, divulgó el concepto de diseño
de la Bauhaus. Gropius llevó con él a su discípulo Marcel Breuer, quien
renunció en 1946 a la docencia para continuar su carrera constructiva en Nueva
York. Los edificios de Breuer, como el Whitney Museum of Modern Art (1966) de
Nueva York, conjugan el racionalismo de la Bauhaus con una imagen impactante,
heredada del expresionismo alemán de la década de 1910.
Mies entró en el Illinois Institute of Technology de
Chicago, donde dirigió el departamento de arquitectura y acometió la
consolidación de una nueva tipología de rascacielos. Los elementos comunes del
rascacielos —la estructura de acero y su revestimiento vítreo, es decir, empleo
del muro-cortina— supusieron nuevos retos arquitectónicos para Mies. Sus
esfuerzos por resolver estas cuestiones se manifiestan en el edificio de
apartamentos de Lake Shore Drive en Chicago (1951) y el edificio Seagram en
Nueva York (1958), proyectado en colaboración con Philip Johnson. En parte de
la obra de Mies subyace un clasicismo que se traduce en el cuidado por las
proporciones, la perfección compositiva y en los detalles y materiales de los
acabados, obteniendo unos elegantes resultados por medio de la supresión de
cualquier elemento historicista.
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