jueves, 26 de julio de 2012

Parcial Plastica VI


Consigna: Explique las diferentes concepciones que va sufriendo el lema “arte y vida” según se va transformando su contexto histórico, a saber:
A-   La ideología estética de las vanguardias históricas en el escenario de la Primera Guerra Mundial.
B-   La constitución institucional de Expresionismo Abstracto en el marco del cambio de eje Paris/ Nueva York .
C-   La nueva estetica del Arte Pop en el contexto  de los sixties.

“Un golpe de tu dedo sobre  el tambor desencadena todos los sonidos y una nueva armonía comienza, es preciso ser absolutamente modernos.”
- Rimbaud

La relación entre la vida en sociedad y las expresiones creadoras del hombre están ligadas desde que éste se reunía en las cavernas. En primer lugar por la necesidad innata del ser humano de reproducir su “entorno”, y establecer así un vinculo aprehensivo de lo que podríamos llamar, la realidad; obteniendo la imitación de un modelo y la  introducción de un objeto al lugar en el que éste se lleva a cabo.  Y estos objetos, estas obras, estos pedazo de realidad extraídos y llevados a la forma, son una parte sustancial de lo que esa sociedad refleja, y dependiendo de las coordinadas históricas, es que estos objetos y su relación varia. Es en esa relación compleja, triádica, entre naturaleza, hombre, objeto; y esto pendulando, por las diferentes concepciones temporales mas el progresivo cambio, cada vez mas acelerado,  donde colocamos la noción de Arte, o después del siglo XX, de arte. Cualquier repercusión, que sea la respuesta frente a la presencia de un templo, un monolito, una estatua, un bajo relieve, una pintura, una pieza literaria, una musical, una obra teatral, una cinematográfica, u otras diferentes y modernas expresiones artísticas, por mas disímil que sea en cada sujeto, una cosa es innegable, este objeto, esta obra, forma parte de un mundo, del que también forma parte el sujeto y así presenta la tierra. En términos de Heidegger[i]La tierra es donde el nacer, hace a todo lo naciente volver, como tal a albergarse. En el nacer es la tierra como lo que alberga. El templo en pie abre un mundo y la vez lo vuelve sobre la tierra, que de tal modo aparece ella misma como el suelo nativo. … el estar en pie el templo da a las cosas su fisonomía y a los hombres la visión que tienen de si mismos …”  Con esto quiero dejar en claro que la relación arte-vida esta imbuida en el centro de la sociedad, se condicionan mutuamente, y ambas (y sus diferentes relaciones) se modifican en el tiempo.  Es la intención de este trabajo desenmascarar esta relación en el curso del siglo pasado, tomando en cuenta de forma cronológica, los momentos mas significativos.
El inestable panorama político europeo, a principios del siglo XX, sin una potencia económica sobresaliente, sumado al reciente conflicto entre Francia e Alemania por las mineras de carbón de la Alsazia – Lorena, a las consecutivas alianzas entre países, Francia  con Rusia, Alemania con Austria o Húngria,  Inglaterra con Francia o Rusia sumado al factor preponderante en esta situación de efervescencia e inestabilidad que  trae el “progreso” en todas sus ramificaciones. El advenimiento de la maquina y la renovación del pensamiento ocasionado por los descubrimientos científicos (los rayos X, las vacunas, las teorías hereditarias de Mendel, las ondas electromagnéticas, la teoría de los electrones, por numerar algunas invenciones y en 1905 ley de la relatividad de Einstein) y por el empuje de las nuevas ideologías (la doctrina marxista); el desarrollo de las comunicaciones, de la información, de los viajes, y la conquista del espacio obligan a la sociedad europea de principios del siglo XX, a una transformación que la deja en crisis. La ruptura de la unidad cultural, la seducción de lo exótico y la imbricación incontenible de los lenguajes expresivos y de las sensibilidades, modifican los conceptos de arte y cultura. Instituciones artísticas, museos, academias, bibliotecas y catedrales son vistos por los artistas sedientos de nueva experiencia como símbolos, pero símbolos “de un mundo rechazado que se identifica con el pasado, mientras todo empuja a la humanidad hacia una absoluta, aunque todavía vaga liberación”[ii].
Es en este caldo de cultivo donde surgen las posteriormente llamadas vanguardias históricas. Diseminadas por toda Europa, subsiguiéndose unas a las otras y contaminándose entre si, las vanguardias han sido el punto de inflexión mas critico (académicamente critico) y radical de las diferentes concepciones artísticas. En su definición más básica, las vanguardias tienen como planteo esencial una ruptura con el pasado, con la tradición. Fue el academicismo aún vigente y vital de principios de siglo, apreciado por la alta burguesía, quien encarnó el papel de este enemigo necesario de las vanguardias.
Siguiendo a Perry Anderson[iii], la emergencia de las vanguardias históricas dependió de una coyuntura específica en la que se entrecruzaron tres variables: un orden dominante semi aristocrático, una economía capitalista semiindustrializada y la esperanza de una revolución social. Por otro lado, el carácter novedoso del modelo socioeconomico, “aun imprevisible” implico un optimismo ante las nuevas tecnologías. Estas fueron ampliamente celebradas tanto por la derecha (Futurismo) pero sobretodo por la izquierda, tendencia mayoritaria en los movimientos vanguardistas. Los nuevos inventos e ingenios fueron vistos por ellos como la posibilidad de una cultura de masas socialista emancipatoria[iv]. En Benjamin[v] y en Brecht hay claros testimonios de tal creencia, así como en la vanguardia rusa quien rindió culto y depositó sus esperanzas revolucionarias en la tecnología. En general, ésta era utilizada para “desmantelar y ridiculizar la alta cultura burguesa y su ideología”[vi], preocupación primordial del movimiento Dadá pero que se puede palpar en la amplia gama de manifestaciones vanguardistas en las cuales los seres humanos fueron representados como “máquinas o autómatas, marionetas o maniquíes, a menudo sin rostro, con cabezas cóncavas, ciegos o mirando hacia el espacio”[vii].
Esta “dialéctica escondida entre la vanguardia histórica y la esperanza utópica en una cultura de masa emancipatoria”[viii] sólo se entiende a fondo si se toma en cuenta la tercera variable que propone Perry Anderson: la esperanza de una revolución social cercana y tangible. Si el futuro político era todavía impredecible, las vanguardias tenían mucho por decir y hacer. Los artistas vanguardistas asumieron un claro compromiso político obedeciendo al “llamado al orden de Cocteu”, a una toma de conciencia y a un alejamiento al mero formalismo: el arte intento dialogar con la sociedad intervenir en la cotidianeidad, pensar en el hombre y en su libertad. Se constituyo de esta forma la ecuación vanguardia – utopía. 
A pesar de las contradicciones intrínsecas al planteo[ix], las vanguardias pretendían y confiaban en una reconexión entre el arte y la vida, en un intento de subvertir la autonomía que había alcanzado en el esteticismo del siglo XIX. El desinterés kanteano, el mero valor estético, la producción individual y la consiguiente recepción individual, en fin, toda la institución arte era el objeto de crítica de los vanguardistas[x] y esto se ve reflejado en sus manifestaciones en diversas formas y niveles: sea a través de la recuperación de la funcionalidad (Bauhaus, Constructivismo Ruso), mediante la creación de un “arte liberador del hombre” (Surrealismo), en la crítica activa a la alta burguesía (Dadá) o celebrar el progreso y el futuro combatiendo la tradición (Futurismo). Y todas las vanguardias, falta citar al movimiento del Puente, el Expresionismo, el Suprematismo, el Rayonismo, el Jinete azul estas y las anterirores citadas compartían el gesto utópico que se les estaba “permitido”, por la, hasta ese momento, imprevisible e indefinida situación socio económico aun inmaduro. No incluyo a los cubistas ni a los fauvistas por que no son verdaderas vanguardias, estos últimos son movimientos pictóricos, aunque hayan contribuido de manera fundamental al clima artístico de Europa especialmente durante las dos primeras décadas del siglo.
De lo anteriormente dicho  se desprende que las obras de vanguardia historica obedecían entonces a un modelo de profundidad, según Jameson. Sus manifestaciones artísticas eran obras a interpretar, exigían un espectador activo, crítico y, en muchos casos, universal (cuando existía una intención de socavar el elitismo). Correspondían a un “modelo hermenéutico del interior y del exterior”, en el que “las obras en su forma inerte, de objetos, eran tomadas como clave o síntoma de una realidad más vasta que la reemplazaba como su verdad última”. Era un arte que expresaba, mayoritariamente, la ansiedad y la alineación del sujeto ya que, en términos filosóficos, aún estaba vigente “la concepción del sujeto como un recipiente monádico, en cuyo interior había sentimientos que se expresaban mediante su proyección hacia el exterior”[xi].
La primer gran guerra mostraba el peligro al que se asoma tras la barrera del progreso, en un año murieron mas personas que en todos los años de la guerra de los cien años. Muchos artistas fueron llamados al frente a pelear. Luego del primer ensayo del gran desastre, durante 1914 hasta 1919, cuatro años de rupturas de comunicaciones, el cierre de las fronteras y la falta de conexiones entre estos grupos, hicieron que cada vanguardia trabaje dentro de su producción. Con la finalización de la guerra se da la reapertura de las fronteras y en el proceso necesario de vuelta al orden se vuelve a intercambio cultural mas normalizado.  No todas las vanguardias siguieron, la mayoría lo hicieron, pero los horrores que provoca la guerra quedaron impresos en la producción artística. Pero ¿qué sucedió luego de la Segunda Guerra Mundial?
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, el continente europeo se encontraba en un estado de devastación. Como resultado de los combates, el hambre y el exterminio en los campos de concentración habían muerto alrededor de cuarenta millones de personas. La organización económica europea, basada en su potencia industrial, estaba quebrada. El continente que había sido el centro comercial e industrial del mundo, el polo más dinámico del capitalismo internacional, había perdido su lugar de privilegio.
De ese mundo arrasado surgieron dos nuevas potencias hegemónicas: los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dentro del grupo de países vencedores en la guerra (los Aliados), ambos eran los que contaban con los recursos económicos y militares más importantes. Estados Unidos había logrado, luego de la política de reformas de Franklin Roosvelt (el New Deal), transformarse en la primera potencia industrial del Occidente capitalista. La Unión Soviética, por su parte, también había logrado grandes éxitos con sus programas de desarrollo industrial durante el gobierno de Josef Stalin (los Planes quinquenales). Estadounidenses y soviéticos, siendo los representantes más exitosos de dos formas distintas de organización social y económica, se lanzaron a ampliar sus áreas de influencia. El resultado de esta política de expansión fue la división de Europa y del mundo en dos bloques enfrentados: el Occidental capitalista y el Oriental Socialista, era el inicio de la Guerra Fría.
Es en estas circunstancias donde se puede ubicar el desplazamiento del centro artístico mundial, que París había constituido intensamente, hacia la ciudad de New York. En este pasaje histórico, que se puede datar de manera simbólica en el año de la ocupación de París por los nazis en 1940, el proyecto vanguardista gestado en la primera mitad de siglo en Europa se modificó de manera sustancial; teóricamente se puede establecer una clara distinción entre las vanguardias anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial bajo los términos de vanguardias históricas y neovanguardias[xii]. Sus proyectos y planteos cambiaron drásticamente de dirección. Las tres variables expuestas por Perry Anderson se destruyeron con “la universalización de la democracia burguesa, el ascenso de una cultura de los medios de masas y sus industrias e instituciones de soportes”[xiii] y con el fin de las esperanzas puestas en la revolución. No quedaron dudas del modelo socioeconomico hegemonico  en occidente: “la civilización capitalista opresivamente estable y monolíticamente industrial”[xiv] se habia instaurado para quedarse.
Es claro que la ecuación vanguardia – utopía ya no tenía razón de ser dentro de esta coyuntura. Era el fin de la utopía. Era la industria cultural quien obtenía el rol de transformar la vida diaria del siglo XX y no el arte. La “dialéctica vanguardia/cultura de masas emancipatoria” se disolvía en un “sistema bipolar reificado de lo alto vs. lo bajo, elite vs. popular”[xv],  “vanguardia vs. kistch”[xvi].
En la pintura norteamericana de fines de los 40 se puede apreciar lo anteriormente dicho. Es en el nuevo centro artístico mundial, New York, donde se hizo patente la vuelta al formalismo con el surgimiento del Expresionismo Abstracto. La crítica a la institución del arte, al mero valor estético de la obra, a la producción y recepción individual quedó excluida del planteo de los artistas del movimiento. La vanguardia artística había cambiado totalmente de dirección hacia un arte, si se quiere, “afirmativo” y despolitizado. En las palabras de Greenberg[xvii], quien fue el constructor discursivo institucional del Expresionismo Abstracto, “las cualidades puramente plásticas o abstractas de la obra de arte son lo único que cuenta”. Mediante la abstracción, el arte se podía desvincular de lo literario, de la narración y alcanzar su “pureza”. La pintura abstracta delimitaba así su campo de actividad siendo únicamente sí misma, se identificaba con su propio medio, eliminando toda referencialidad extraartística, era un alegato a la autonomía del arte. El arte ya no intentaba una reconexión con la vida cotidiana, todo lo contrario, en el discurso de Greenberg se apreciaba la condena hacia esa tendencia, privando a ese tipo de arte del término de “vanguardia” y adjudicándole despectivamente el de “kistch”. (Kistch, se traduce del alemán como las pequeñas cosas del mal gusto).
Notoriamente este nuevo arte se desvinculó de toda utopía, su “pureza” eliminó toda posibilidad de conciencia social y política. Harold Rosemberg decía hacia 1952: “El gran momento llegó cuando se decidió pintar... Sólo pintar. El gesto sobre el lienzo era un gesto de liberación, liberación del Valor: político, estético, moral.... El rechazo del Valor no tomó la forma de una condena o un desafío a la sociedad, como fue después de la Primera Guerra Mundial. El artista solitario no quería que el mundo fuera diferente, quería que su lienzo fuese un mundo”[xviii].
Precisamente la inocuidad de este arte permitió su utilización como “un arma de la diplomacia cultural de la guerra fría a través de los programas internacionales del MoMA”[xix].
Si bien el Expresionismo Abstracto constituyó con todo esto un cambio radical con respecto a las vanguardias históricas, continuó su línea en un sentido: al pertenecer aún a un modelo de profundidad. Ya en el nombre que acuñó se ve claramente que todavía existía la concepción de un sujeto que se expresaba plasmando sus sentimientos íntimos en un objeto exterior. Afirma Irving Sandler que los expresionistas abstractos “repudiaban la glorificación la tecnología y sus artefactos defendida por los movimientos [vanguardistas anteriores]... Rechazaban cualquier elemento pictórico que evocara lo hecho a máquina: las superficies pulidas e impersonales de las que se había eliminado toda señal de la mano del artista.... [En consecuencia] experimentaban con formas inestables, indeterminadas, dinámicas, abiertas e “inacabadas”, explotando directamente la expresividad del soporte de la pintura para sugerir la acción personal y creativa del artista, su presencia activa y su temperamento”[xx].
La técnica gestual del dripping era empleada por Jackson Pollock para “pintar del modo más directo posible, para poner más de sí mismo, todo su cuerpo... para, como él mismo señaló “estar literalmente dentro de la pintura” ”. Había un fuerte deseo de “expresar una emoción profundamente sentida”. Según Sandler, Pollock fue “el primero en emplear la técnica del goteo como un medio primordial para crear un arte elevado, y pudo arriesgarse a ello sólo porque permitía una visión que él necesitaba expresar”[xxi]. En un artista como Rothko, el medio de expresión era otro: el color, mediante sus color-fields, colores atmosféricos, volátiles y resonantes insertos en un diseño muy elemental, se pretendía una respuesta visual emocional, no-carente de dramatismo.
Entonces, el rol que jugaba el espectador continuaba siendo activo e interpretativo surgiendo en él “una complejidad de pensamientos y sentimientos introspectivos”[xxii]. Pero más aún, la interpretación requerida era compleja, propia de un público culto y especializado, como bien se encargaba de recalcar Clement Greenberg en sus escritos. Es que el elitismo ya era asumido como aproblemático.

POP

En el alejamiento del proyecto original de las vanguardias, en este cambio histórico del significado de “vanguardia”, el Arte Pop dio un paso más.
Al igual que el Expresionismo Abstracto su planteo no tuvo intenciones anti-arte, como expresó alguna vez Lichtenstein: estaban muy lejos de ser anti-pintura o anti-“buena”composición. Pero desde sus comienzos, los artistas pop mantuvieron una actitud de rechazo hacia el Expresionismo Abstracto. Ya se puede ver, en la obra de Johns y de Raushemberg, una representación de “objetos muy comunes como antídoto contra la gestualidad grandiosa y la búsqueda de lo sublime de la generación previa”[xxiii]. Andy Warhol, por su parte, afirmaba que “quería desterrar el comentario de los gestos”[xxiv]. 
Las obras del Arte Pop se caracterizaban por un repertorio temático de uso sistemático, una iconografía popular compuesta por los íconos de la sociedad capitalista: las imágenes típicas de los objetos más cotidianos de consumo, desde las Coca-Colas y los automóviles hasta las estrellas de cine. La instauración de la cultura de masas era un hecho indudable y la propuesta del arte pop era la de un arte culto que extendía un vínculo directo con ella. Pero en ese vínculo ya no había posibilidad de paridad o unión, el sistema bipolar, ya lo hemos dicho, había sido reinstaurado.  
En el artista más emblemático del Pop, Andy Warhol, se observa la reflexión más lúcida sobre estos íconos que muestra el Pop: sus obras fueron realizadas mediante la reproducción mecánica fotográfica y litográfica, en detrimento del elemento pictórico. Warhol parecía comprender muy bien que “en el mundo no consumimos cosas sino imágenes de cosas”[xxv], por lo que no sólo derivó en sus obras “los temas sino todo el sistema de representación de la lógica visual de los medios de comunicación masiva”[xxvi]. Luego repitía “serialmente” el motivo, “lo volvía estereotipado y redundante”[xxvii] eliminando de esa forma la posibilidad de alusión a otra cosa, la obra adquiría hermetismo. Por último, añadía colores diversos a los motivos, siendo esta coloración su única diferencia observable. Esta diferenciación, claro está, era sólo superficial.     
Ahora quizás resulte más claro entender por qué el hard core pop constituyó un paso más en la transformación de las vanguardias, por primera vez planteaba un modelo de superficialidad. Acuerdan Sontag[xxviii], Jameson[xxix], Buchloh[xxx] que el arte pop maduro es pura evidencia y literalismo. Entonces, es ininterpretable. Según Jameson “no hay manera en Warhol de completar el gesto hermenéutico”, “la obra de arte ya no nos interpela en absoluto”. Se cumple la fórmula de “lo que se ve, es lo que es”, no hay nada detrás. Y no hay nada detrás porque ya comienza a ser obsoleta la idea de un detrás y un adelante, una apariencia y una verdad oculta a revelar: estamos ante el comienzo de lo que se dará a llamar la “posmodernidad” caracterizada por la “mengua de los afectos”. El sujeto, concordarán los filósofos, “ha muerto” entonces ya no hay cabida alguna para una expresión (de su alineación o ansiedad): es su fin y el fin de sus patologías. En el arte de Warhol fue el fin de la pincelada individual distintiva, de la expresión, de un gesto manual individual: la reproducción mecánica obtuvo la primacía y “borró toda huella de un sujeto creador”[xxxi]. 
Con respecto a la recepción de la obra de Warhol creo que, pese a que fuese un arte de pura evidencia o sobretodo por el hecho de serlo, el público que requería era uno altamente calificado. Lo pop (ular) claramente radicaba en los temas y en las técnicas de reproducción que utilizaba pero no tenía que ver con el espectador, no había un intento de socavar el elitismo. La intención de Warhol no fue la de democratizar el arte, su preocupación principal fue la de entrar en el circuito de arte, ser un artista–hombre de negocios y vender. La figura de Warhol y su obra fue aceptada y consumida más ampliamente por el gusto popular sólo cuando se cristalizó como figura mediática, cuando devino un ícono. 
A partir del proceso descrito a lo largo de este trabajo, es posible sintetizar los cambios operados en la siguiente secuencia: vanguardia y utopía, fin de la utopía, fin del sujeto. La muerte de este sujeto, lejos de traducirse en el fin del arte, constituyó el vacío y el sinceramiento necesario para cambiar de forma radical, una vez más, el concepto de arte.



























[i] Heidegger, Martín, Arte y poesía, “El origen de la obra de Arte”, traducción Samuel Ramos
FCE, México, 1973
[ii] VERDONE, Mario, Futurismo, 1996
[iii] ANDERSON, Perry; “El Debate Modernidad/Posmodernidad”, Modernidad y Revolución, 1989.
[iv] HUYSSEN, Andrea; After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism, Indiana University Press, Bloomington, 1986. Traducción de Rodrigo Alonso.
[v] BENJAMIN, Walter; “La Obra de Arte en la era de la reproductibilidad mecánica”, 1936.
[vi] HUYSSEN, Andrea; After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism, Indiana University Press, Bloomington, 1986. Traducción de Rodrigo Alonso.
[vii] HUYSSEN, Andrea; After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism, Indiana University Press, Bloomington, 1986. Traducción de Rodrigo Alonso.
[viii] HUYSSEN, Andrea; After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism, Indiana University Press, Bloomington, 1986. Traducción de Rodrigo Alonso.
[ix] FOSTER, Hall; “What’s Neo About the Neo-Avant Garde?”, Buskirk, Martha & Nixon, Mignon (ed): The Duchamp Effect: Essays, Interviews, Round Table, The MiT Press, Cambridge, 1996. Traducción de Rodrigo Alonso.
Según Foster: “La misma oposición “arte” y “vida” tendía a otorgar al arte la autonomía que se le cuestionaba”.
[x] BURGER, Peter; “Teoría de la Vanguardia”, 1974.
[xi] JAMESON, Fredric; “Ensayos sobre el posmodernismo”, La deconstrucción de la expresión.
[xii] BURGER, Peter; “Teoría de la Vanguardia”, 1974. Traducción al español de Jorge García.
[xiii] ANDERSON, Perry; “El Debate Modernidad/Posmodernidad”, Modernidad y Revolución, 1989.
[xiv] ANDERSON, Perry; “El Debate Modernidad/Posmodernidad”, Modernidad y Revolución, 1989.

[xv] HUYSSEN, Andrea; After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmodernism, Indiana University Press, Bloomington, 1986. Traducción de Rodrigo Alonso.
[xvi] GREENBERG, Clement; “Vanguardia y Kitsch”, Partisan Review, Otoño, 1939.
[xvii]GREENBERG, Clement; “Hacia un Nuevo Lacoonte”, Partisan Review, Julio – Agosto, 1940.
[xviii] ROSEMBERG, Harold; “The American Action Painters, Art News, Diciembre 1952.
[xix] LIVINGSTONE, Marco; “Pop Art: A Continuing History, NY HN Abrams, 1990, Cap. 1, pp. 15-24. Traducción y síntesis de Valeria González.
COCKCROFT, Eva; “Abstract Expressionism, Weapon of the Cold War”, Artforum, Vol, XII, Nº10, junio 1974. Traducción de Rodrigo Alonso.
[xx] SANDLER, Irving; “El triunfo de la pintura americana. Historia del expresionismo abstracto”, Alianza Editorial, Versión española de Javier Sánchez García-Gutiérrez, Cap. 2, 8 y 13.
[xxi] Idem
[xxii] Idem
[xxiii] SANDLER, Irving; “American Art of the 1960’s”, cap. 7: POP ART, pp. 143-199
[xxiv] Idem
[xxv] LONGONI, Valeria Roberta; “Andy Warhol habla por nosotros”.
[xxvi] Idem
[xxvii] Idem
[xxviii] SONTAG, Susan; “Contra la interpretación”, 1964.
[xxix] JAMESON, Fredric; “Ensayos sobre el posmodernismo”, La deconstrucción de la expresión.
[xxx] BUCHLOCH, Benjamin; artículo para el catálogo “Andy Warhol: A Retrospective”, NY MoMA, 1989. Traducción Valeria González.
[xxxi] LONGONI, Valeria Roberta; “Andy Warhol habla por nosotros”.

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