Mercaderes y Mercados de Lujos
Los Marchands Merciers del París del Siglo XVIII
Carolyn Sargentson[1]
Introducción
Dans la
théorie, l'opinion commune est contraire au luxe,
El commerce de luxe en París ha sido durante
mucho tiempo parte de la identidad económica, social y visual de la ciudad.
Hacia principios del siglo XVIII, la ciudad tenía una reputación no sólo por la
escala del consumo del rey y la aristocracia sino también por los artículos de
lujo en venta en las tiendas y mercados parisinos. La producción y circulación
de bienes dependía de un alto grado de especialización en términos de destrezas
tanto para el comercio minorista como para la manufactura. Este libro trata
sobre un grupo de comerciantes, los marchands
merciers, que jugaron un rol crucial dentro del mercado de lujos, y que
fueron ampliamente responsables de la introducción en París de un importante
número de nuevos bienes. Sus mercancías eran manufacturadas en París, en las
provincias francesas, en las colonias y en Oriente. A través de sus tiendas
proveyeron a la corte, a los residentes de la ciudad y a los turistas de
objetos de buena artesanía y diseño a la moda. A pesar de estar involucrados en
casi todos los aspectos de la vida comercial parisina, la historia de los
merceros ha permanecido largamente en la oscuridad. Este libro trata su rol en
la importación, transformación, diseño y comercio de bienes de lujo y, además,
acerca de algunos de los funcionamientos prácticos de la economía de lujo
parisina.
Las esferas
del comercio mayorista y minorista -actividades mercantiles en comparación a la
organización de la producción- han sido poco tratadas por los historiadores de
la economía francesa, tanto al nivel de las corporaciones comerciales de lujo
de París como de la historia económica de la Francia de los siglos XVII y
XVIII. A fines del siglo XVII, Jean-Baptiste Colbert se propuso transformar a
Francia en una gran nación manufacturera y comercial, un sistema que sería
llamado "mercantilismo". La economía de lujo fue central dentro de su
política. Su fomento de este sector se extendió a la manufactura (las Manufactures Royales) y a la corporación
de merceros, a la que se dio derechos para comerciar más libremente que a
cualquier otra corporación parisina. Los merceros han jugado tradicionalmente
un poderoso rol en la economía de lujo desde su incorporación en el siglo XII,
comerciando especialmente con bienes importados. Desde los siglos XVII y XVIII
también estuvieron extremadamente activos en la distribución de bienes de lujo
realizados en París y otras regiones de Francia. Como Sabel y Zeitlin han
argumentado, los bienes a la moda pueden ser valuados competitivamente a
comienzos del ciclo de producción, cuando puede cargárseles una prima extremadamente
alta por novedad y moda, y al final del ciclo, cuando pueden ser vendidos a
bajo precio tanto en centros de la moda o en mercados más distantes que son
menos sensibles a sus cambios. Muchos bienes que combinan materiales valiosos y
mano de obra de alta calidad mantienen su valor por considerables períodos de
tiempo dentro de una economía de segunda mano para artículos de lujo, antes de
ser vendidos a precios abusivos o antes de que se estropeen los materiales con
que están hechos. Aunque no se dedicaron a la manufactura, el acceso de los
merceros a los mejores diseñadores y manufactureros, a la importación de
materiales vedados a otros oficios y sus derechos para acabar mercaderías les
permitió manipular estos mercados de la moda.
Este estudio está
basado en los inventarios de unas cuarenta familias. Aunque los merceros
vivieron y negociaron por millares a través de la ciudad, el asunto de este
libro son los merceros que tuvieron locales minoristas en o alrededor de la rue
Saint Honoré. Este barrio, aún conocido por el comercio con la haute couture, los accesorios de lujo y
las antigüedades, surgió durante el siglo XVIII como el área principal para el
menudeo de sedas, mobiliario de calidad y ropa a la moda[3].
En 1715, un visitante describía sus tiendas
dont le luxe n'était dépassé que par le flux de paroles
gracieuses et de civilités empressées qui s'y disputaient sa bourse[4].
Los inventarios proveen muchos detalles acerca de
los merceros, sus existencias, sus familias y sus finanzas. El libro versa más
sobre el proceso de trabajar con documentos semejantes que acerca de la
información que contienen los mismos. Inevitablemente, los capítulos dejan
fuera muchos detalles acerca de los merceros individuales, en particular los
detalles de los objetos descriptos en sus inventarios, así como la información
biográfica. Aunque parte de esta riqueza de detalles se incluye aquí en las
notas a pie de página, la mayor parte de ella será publicada en algún otro
lugar en forma de artículos.
Las
actividades de los merceros tienen un lugar dentro de un número de tradiciones
historiográficas que han emergido de instituciones y disciplinas académicas
dispares. Estas incluyen las historias de las corporaciones comerciales
parisinas[5]
y sus miembros, la historia del diseño y del coleccionismo, y debates acerca
del consumo y los mercados en la temprana Europa moderna[6].
La reciente investigación en estas áreas ha demostrado la utilidad tanto de un
extenso rango de fuentes archivísticas francesas como de un número de líneas de
investigación e interpretación que se nutren en ellas a fin de observar a los
merceros en los más amplios contextos.
El primer
capítulo considera a los merceros en términos de su identidad institucional
colectiva a través de la limitada documentación que ha sobrevivido de su
corporación[7].
Los estudios acerca del aspecto de las corporaciones individuales
tradicionalmente han sido restringidos a los grupos artesanales en detrimento
de los mercantiles[8]. De tal
manera, poco han hablado de las distinciones y relaciones entre éstos y los
cuerpos mercantiles. Los asuntos acerca de la mano de obra y la habilidad han
dominado estas historias, dando como resultado una visión de los oficios que
muy forzadamente toma en cuenta las complejas relaciones entre negociantes y
artesanos, y la significancia de grupos especializados más bien en el negociar
que en el hacer. El énfasis sobre las condiciones sociales y económicas de los
artesanos parisinos significa que las prácticas comerciales de los merceros han
estado poco integradas en la visión de la economía parisina bajo el ancien régime. Los estatutos de la
corporación, sin embargo, revelan que los merceros fueron destinados a actuar
como puntos de venta minorista de los talleres de la ciudad, y en algunos casos
incluso proveerlos con materias primas y mano de obra.
La historia
de la corporación fue parcialmente escrita en 1911 por Vidal y Duru, ellos
mismos miembros de la corporación, y en una tesis inédita sobre la corporación
desde el siglo XII hasta el XVI[9].
La primera se limita a algo como los detalles anecdóticos, mientras el estudio
de Cleret da un comentario sobre la rápida expansión de la corporación en un
período de varios siglos. Documentados por primera vez como un cuerpo en el
siglo XII, los merceros estuvieron gobernados por estatutos que les prohibían
manufacturar pero que les otorgaban amplios derechos comerciales hasta una
reestructuración de las corporaciones parisinas en 1776. La corporación hizo
considerables préstamos al rey en compensación por privilegios comerciales, y
defendió sus derechos al libre comercio contra las otras corporaciones. Sin
embargo, a pesar (o quizás a causa) de que el número total de miembros superaba
los 2.000 merceros dedicados a unas veinte diferentes ramas de comercio, la corporación
sirvió más a su propio programa que a los intereses personales de merceros
individuales o grupos especializados. Esto se extiende hasta el encargo, en
1674, de una pintura para la iglesia de la confrérie
que simbolizaba la relación de los merceros con el rey y su ministro, Colbert.
Su riqueza, oficio y patronazgo artístico la ubicaron, a fines del siglo XVII,
como una significativa fuerza dentro de las corporaciones mercantiles de París:
Los Six Corps.
Luego de
tratar con la cara oficial del cuerpo corporativo, y los controles teóricos
asentados en sus estatutos, el capítulo 2 se dirige hacia la situación de los
merceros individuales. Usando la evidencia colectiva de un número de
inventarios, considera las formas en que sus negocios fueron financiados y
administrados en la práctica. Al igual que los grupos artesanales, los merceros
operaron dentro de redes de unidades de producción pequeñas, distinguidas por
regulaciones corporativas y conectadas por el movimiento de bienes, mano de
obra y crédito. A diferencia de las corporaciones artesanales, a los merceros
se les permitió, e incluso se les fomentó, negociar ampliamente, en muchos
mercados, en competencia con talleres locales que, sin embargo, dependían de
ellos para la clientela. Sus inventarios proveen detallada información sobre
relaciones familiares e intereses comerciales. En cierto grado, hacen posible
la reconstrucción de las fuentes de capitales familiares y de inversión,
ingresos y créditos a corto plazo, y materias primas, mano de obra y bienes
acabados. Cada mercero estaba en el centro de una frágil red de proveedores y
consumidores, retenidos por una serie de acuerdos crediticios a través de los
límites geográficos y del tiempo. Los inventarios registran el crédito que
permitió a los merceros establecer redes de largo alcance de provisión y gastar
amplias sumas para la adquisición de mercadería.
Los
inventarios representan una "instantánea" de un negocio en un punto
de cambio en las circunstancias de un comerciante o una familia, ya sea
provocado por una muerte, un casamiento, una sociedad o una bancarrota. El
negocio en un momento semejante puede no haber estado en condiciones típicas de
ganancia: por ejemplo, un mercero o una mercera, a fines de su vida, puede
haber estado operando a escala reducida. Sin embargo, la realización del
inventario con el propósito de registrar los términos precisos de un acuerdo,
como entregar el negocio a un hijo o hija, o venderlo como una empresa que
funciona bien, puede representar un estado del asunto razonablemente no
excepcional. Aunque la bancarrota puede parecer un episodio extraordinario en
la vida de un negocio, el balance de deudas contra ganancias fue muy a menudo
extremadamente frágil, y algunos de los merceros de mayor reputación cayeron en
bancarrota en algún punto de sus carreras. Fue usual continuar comerciando bajo
la dirección de un sindicato de acreedores, hasta que el balance de cuentas
pudiese ser juzgado nuevamente como saludable, un proceso que podría tomar
algunos años.
Los libros diarios
ofrecen útil pero rara información acerca de las tareas de un negocio a través
del tiempo. El libro diario de Lazare Duvaux, que comprende una década desde
1748 hasta su muerte y el control del negocio por parte de su esposa, registra
las ventas de porcelana, mobiliario, relojes y cajas de rapé a una prestigiosa
clientela[10].
Dado que su inventario también ha sobrevivido, es posible tener un sentido
tanto de las existencias como del movimiento, y más información acerca de los
proveedores. Sus libros diarios que registren proveedores de mano de obra y de
bienes no se han encontrado. La publicación del libro diario ha permitido que
muchos objetos sobrevivientes sean conectados con realizadores y clientes
individuales, y ha sido reducido ampliamente a la discusión de precios dentro
de la catalogación de porcelana[11].
Las implicancias de estos datos para una comprensión de los ciclos de negocios
de los merceros es considerada en el capítulo 2, junto a evidencia proveniente
de otros libros diarios sobrevivientes.
Los
inventarios de existencias pueden registrar varios cientos de objetos cada uno.
Sólo en un número relativamente pequeño de casos pueden relacionarse estas
descripciones con objetos sobrevivientes, y aunque hay una lista de debates
pendientes, no están detallados los objetos y servicios por los cuales un
cliente individual debe dinero en el momento del inventario. Aunque las
profesiones de los proveedores de mano de obra, materiales y bienes acabados de
los merceros están enlistados en los inventarios, en sólo unos pocos casos es
posible asumir qué individuo específico realizó un simple ítem del existencias. Tampoco es prudente asumir
que la producción de cualquiera de estos proveedores individuales fuese lo
suficientemente homogénea como para predecir cómo serían los objetos. Dado que
un ebanista puede haber provisto tanto a un número de clientes privados como a
un número de merceros en el curso de su oficio, y de que puede haber
subcontratado mano de obra a un número de talleres, es importante acercarse con
cuidado a las descripciones manuscritas[12].
Ciertamente los inventarios de los merceros proveen menos información precisa
acerca de objetos individuales que los informes de la familia real o los
registros de ventas provenientes de Sèvres. Sin embargo, el hecho de que las
existencias totales estén descriptas y valuadas, incluyendo materias primas,
mercancías dañadas y viejas, mercancías parcialmente y totalmente acabadas y
trabajo temporariamente fuera del local de compras da una imagen mucho más completa
del negocio de lo que ha sido posible previamente.
Los
inventarios son particularmente inútiles acerca del asunto del diseño. Los
diseñadores están raramente enlistados como acreedores de los merceros, y pocos
diseños pueden ser relacionados con certitud a merceros o a los objetos que
vendían. La evidencia para atribuir ciertas innovaciones y modelos a los
merceros es resumida en el capítulo 3, que delinea las diversas maneras en que
intervinieron en el proceso del diseño.
La literatura
acerca de las artes decorativas tiene un gran reconocimiento de la importancia
de los merceros como diseñadores. A fines del siglo XIX, Louis Courajod publicó
el libro diario de Lazare Duvaux, acompañado de un volumen acerca del comercio
de bienes de lujo en el siglo XVIII[13].
Más recientemente, Pierre Verlet atrajo la atención sobre la significancia de
las actividades del mercero para el estudio de las artes decorativas en un
artículo seminal de 1958. Utilizó en particular los registros de los
proveedores de Versailles y las residencias reales[14].
Francis Watson siguió en 1965[15]
y desde entonces varios escritores se han ocupado del asunto de la influencia
de los merceros sobre el diseño y el gusto. Svend Eriksen puso nuevamente a los
merceros en un rol central en el temprano neoclasicismo francés[16].
Geoffrey de Bellaigue incluyó biografías de Daguerre, Duvaux, Granchez y
Poirier en el catálogo de la colección de Waddesdon Manor, la que incluye un
número de piezas que pueden ser asociadas con merceros individuales[17].
De Bellaigue siguió adelante publicando acerca del rol de los merceros como
portadores de objetos y del gusto francés a Inglaterra, particularmente a
través del mercero Daguerre[18].
Los merceros figuran en muchos otros estudios de objetos individuales, merceros
o realizadores, y sus nombres aparecen ahora regularmente en las siempre más
detalladas proveniencias registradas en los catálogos de casas de subastas. El
resultado de este interés y erudición es la identificación de un número de
merceros a través de documentos y marcas sobre objetos sobrevivientes, y un
claro sentido que los merceros fueron sumamente importantes en la historia del
diseño. Sin embargo, la evidencia combinada de los capítulos 2 y 3 sugiere que
su control del aspecto, calidad y valor de los objetos en sus existencias deben
más a su poderosa posición en las redes comerciales que a su habilidad para el
diseño o su capacidad para emplear diseñadores talentosos.
Los capítulos
4 y 5 están dedicados cada uno a un grupo de merceros que comercian en mercados
especializados. Las listas de existencias son utilizadas aquí con cierto
detalle para examinar el comercio minorista de bienes importados y producidos
en el país (porcelana y laca de China y Japón, y sedas estampadas tejidas en
Lyon). Como especialistas en estas ramas del comercio, los merceros
desarrollaron una minuciosa comprensión de los lenguajes del expertizaje y de
la moda, los que les dieron un significativo poder para crear nuevas modas y
demandas controladas.
El capítulo 4
observa las maneras en que los merceros adquirieron importaciones orientales al
por mayor, y las vendieron a clientes que las utilizaron para amoblamiento o
para embellecer sus colecciones. En este punto, el consumo de enormes volúmenes
de porcelana oriental en el siglo XVIII necesita ser visto en términos de un
patrón de coleccionismo y exhibición establecido con anterioridad,
especialmente en Versailles. A principios del siglo XVIII los merceros
desarrollaron este mercado alterando importaciones de laca y porcelana para
producir formas y decoración nuevas. Montando nuevamente paneles orientales de
laca sobre mobiliario francés moderno, y reduciendo y colocando jarrones de
porcelana en elaboradas monturas de bronce dorado, los merceros crearon nuevos
tipos de bienes e integraron los objetos orientales en los registros parisinos
de la moda y el gusto. Como las factorías europeas comenzaron a producir
imitaciones de los materiales orientales, los merceros firmaron acuerdos como
vendedores exclusivos o múltiples de estos productos. También comerciaron
piezas antiguas de laca y porcelana, las que fueron altamente valuadas en el
recientemente emergente mercado de antigüedades de la segunda mitad del siglo
XVIII.
En el
capítulo 5 la relación de los merceros con la industria lionesa de la seda es
considerada a la luz de varias teorías del consumo en el siglo XVIII emergidas
de la investigación de las mercados de élite manejados por la moda[19].
Francia ha sido considerada como un paradigma de cultura cortesana, una
sociedad cuyo consumo es manejado por la observancia de la conducta de la corte
y su emulación por parte de los consumidores citadinos[20].
En el caso de la industria lionesa de la seda, la corte sirvió claramente como
un medio de autorización de nuevos diseños, y fue explotada por los lioneses
como tal, aunque los intentos del populacho parisino de emulación, no
imitación, de la aristocracia es difícil de probar[21].
El capítulo utiliza el caso de estudio del mercado de sedas estampadas, y
argumenta que el concepto de novedad fue formado en el mercado parisino más que
en el centro productivo de Lyon. Junto al diseño y manufactura de nuevas líneas
de marca, los menores cambios de diseño en estampados existentes satisficieron
la demanda parisina de cambio frecuente.
El capítulo
final, basado ampliamente en los inventarios de un mercero llamado Granchez,
observa otro aspecto de la historia del consumo: el diseño, entorno y uso de la
tienda[22].
El capítulo cartografía la forma en que Granchez, como otros, creó una
identidad específica para un negocio (en este caso, una tienda al estilo
inglés) durante las décadas de 1770 y 1780, un período de anglomanie en París. A través del diseño del interior y del
exterior de la tienda, la producción de un signo de la tienda, tarjetas
comerciales y publicidad regular, sus existencias de piezas de estilo inglés
tuvieron una identidad coherente y fueron así eficazmente comerciadas. Granchez
manipuló la moda y generó alusiones casi metafóricas a su tienda, Le Petit
Dunkerque, entre los círculos sociales de la élite parisina prerrevolucionaria.
Al igual que sus confréres, Granchez
no sólo se interesó por controlar la manera en que lucían las cosas sino
también el contexto dentro del cual eran vendidas.
Granchez no
fue atípico, y su negocio fue ciertamente comparable a los de los merceros que
comerciaban en la mejor parte del mercado de la rue Saint Honoré. Aparte de sus
derechos e intereses corporativos, los merceros tenían en común prácticas
comerciales generalmente de alto riesgo, lo que los ponía a la cabeza del
tránsito sobre la delgada línea entre solvencia y bancarrota. Motivados por
beneficios potenciales y ascensos generacionales, muchos se involucraban en la
especulación asociada con el comercio de larga distancia y el de bienes
altamente en boga. Sus relaciones con otras corporaciones fueron complejas En
algunos aspectos fueron similares a empresas artesanales, y en otros no,
dependiendo de ellas para la mano de obra y los bienes pero en competencia con
ellas por la clientela. Su éxito dependió parcialmente de la administración del
capital, de los bienes y del crédito, como así también de la habilidad
comercial. Esta variaba desde un expertizaje que garantizaba la calidad de las
existencias y una estrecha relación con los consumidores, hasta la presentación
de la mercancía en un entorno seductor.
Aunque la
mayoría de los estudios acerca del consumo y el desarrollo comercial en la
temprana Europa moderna han considerado a Inglaterra como un modelo de una
"sociedad de consumo", los historiadores han comenzado a observar la
conducta consumista en París, particularmente dentro de mercado de lujo[23].
Es discutible que Francia haya atestiguado o no una revolución del consumo
propia, y es quizá un cuestionamiento demasiado extenso para ser respondido en
este libro. Sin embargo, las actividades de los merceros indican que, durante
el siglo XVIII, la habilidad minorista y las innovaciones comerciales fueron
integrales para la organización práctica de la provisión y el control y
desarrollo de la demanda.
[...]
3. El rol de los merceros en el
diseño
Las prácticas
comerciales de los merceros evidencian que operaron a través de varias
fronteras. Sus complejas relaciones comerciales y la forma en que explotaron
las oportunidades para reunir los productos de diferentes oficios les dio un
intrigante conjunto de roles en el diseño de objetos de lujo. Este capítulo se
refiere a las formas en que los merceros intervinieron en el proceso de diseño,
en particular al uso de grabados, dibujos y modelos de diseño, pero también al más
amplio contexto dentro del cual fueron hábiles para influir sobre el aspecto y
calidad de los objetos que vendían.
Este es un
asunto problemático por varias razones. Como indican los capítulos previos, los
intereses de los negocios de los merceros se cruzan con los de un amplio grado
de manufactureros y proveedores. Dentro de estos variados oficios se adoptaró
una serie de diversas prácticas del diseño. Las decisiones sobre el diseño
pueden haber sido expresadas a través de imágenes, modelos, textos y comunicación
verbal, o una combinación de ellos. Sólo en algunas ramas el dibujo o el
grabado fueron de una importancia fundamental[24].
Además, en estos procesos pudieron haber estado involucrados un cierto número
de individuos: el diseño puede haber sido responsabilidad de un dibujante, de
un maestro artesano que dirigiese un gran taller y un extenso sistema de
subcontrataciones, de un arquitecto o de otro intermediario. En algunos casos,
las decisiones acerca de un diseño reposan ampliamente en manos de un cliente.
La existencia de un dibujo puede probar que era un estudio necesario en la
representación de un modelo particular, pero puede no ser necesariamente
utilizado como base para la atribución de la autoría de un diseño. Finalmente,
los inventarios de los merceros no son en ningún sentido la fuente ideal para
investigar el rol de éstos en el proceso de diseño, dado que dan poca cuenta
del dicho proceso y raramente muestran una preocupación por describir los
métodos de diseño.
Los merceros
estaban involucrados en tan amplio grado de mercancías que no pueden
discernirse en qué consistían. Sin embargo, la corporación tuvo un interés
formal por la enseñanza del diseño a través de las esuelas de diseño
recientemente emergentes. Varias de ellas fueron establecidas en París en el
siglo XVIII, notablemente la Ecole Royale Gratuite de Dessein, establecida por
Jean-Jacques Bachelier en 1766[25].
Bachelier y sus partidarios establecieron la escuela como respuesta a la
necesidad de perfeccionar la destreza en el dibujo en los oficios de lujo. La
escuela enseñaba habilidades en el dibujo decorativo más que Bellas Artes, e
intentó que la enseñanza formara parte de una educación que incluyese el
desempeño como aprendiz dentro de un oficio.
La
corporación de merceros estaba entre los primeros inscriptos en la Ecole, un
raro ejemplo de su interés en adquirir y promover la destreza gráfica tanto a
nivel corporativo como individual. La corporación compró veinte vacantes a un
costo anual de 4.000 livres[26].
Otras inscripciones corporativas incluyeron 5 vacantes para los orfebres y 5
para los sastres, y 4 vacantes para el corps
des marchands de Paris. Merceros individuales y négotiants compraron además catorce vacantes[27],
una de las cuales fue el mercero Jean-François Barbier, un renombrado
negociante de seda de la rue des Bourdonnais que tuvo extensos negocios y
conexiones de diseño con los tejedores lioneses. Un número de inscriptos
individuales provenía de las ciudades portuarias más que de París, y sus
inscripciones pueden representar un intento tanto de adquirir destreza en el
dibujo de diseño como de ganar acceso al vocabulario parisino de diseño.
Mientras las suscripciones de los cuerpos mercantiles pueden haber sido
motivadas por un simple interés en entrenar en el diseño a sus propios
miembros, es igualmente posible que esta comitencia representase un acto de
estímulo financiero y simbólico hacia la escuela recientemente establecida.
A pesar de la
evidencia de estas inscripciones, el alcance al cual un mercero individual
estaba capacitado en el diseño es altamente debatible. Después de todo, los
acuerdos de aprendizaje no mencionan habilidades para el dibujo, enfatizando
más bien la necesidad del aprendiz por aprender contabilidad[28].
Por la década de 1760, Jean-François Barbier estaba administrando un negocio
con varios millones de livres de
activos, y parece altamente improbable que hubiese intentado usufructuar
personalmente su vacante en la Ecole Gratuite. Es posible que alguno de los
contactos de Barbier en Lyon pudiera haberse beneficiado con el acceso a tal
entrenamiento[29].
Alternativamente, los empleados de su tienda podrían haber requerido destrezas
gráficas tanto para trazar estampados como para prepararlos para la impresión.
El diseñador de seda lionés Joubert de l'Hiberderie describió en 1765 a dos
comerciantes de seda parisinos a quien podían comprarse copias de estampados
para seda realizadas sobre papel
que levent au papier verni, tous les beaux desseins qui
parroissent, & que l'on a la facilité d'acheter.
Estudiantes de la Ecole Gratuite estuvieron
frecuentemente involucrados en diseñar estampados que pudiesen ser impresos o
fácilmente transferidos. Quizá procedimientos semejantes fueron relevantes para
aquellos merceros ocupados en cierto grado tanto con la producción como con el
comercio de diseños impresos. El mercero Louis Bonaventure du Bois, por
ejemplo, estaba evidentemente involucrado en la producción de impresiones para
doce pantallas grabadas por Aveline y Tardieu a las que se otorgó un privilège
du roi en 1736[30] (7). Las
pantallas fueron descriptas como "dessignez par Bonaventure du Bois,
Marchand Mercier". Haya dibujado o no los diseños él mismo, se
autodenominó diseñador y estuvo involucrado en el proceso de comerciarlas como
impresiones. Algún compromiso directo con el diseño está sugerido también por
la recomendación de Joubert de que los diseñadores lioneses deberían ir a París
a comprar diseños de merceros especializados en sedas estampadas[31].
En el caso de las impresiones de chinoiserie del diseñador Jean
Pillement, por el otro lado, el rol del mercero fue sólamente el de vendedor,
dado que el frontispicio de la colección advierte su disponibilidad en la
tienda de un mercero de seda[32].
El uso de diseñadores calificados
Sobreviven
muy pocos dibujos o diseños que puedan ser estrechamente asociados con un
mercero individual, y el rol de los pocos diseños conservados que están
marcados con el nombre de un mercero no son nada claros. El único dibujo
hallado entre los inventarios de merceros fue un esbozo, de dudosa calidad,
para el marco de una pantalla (écran),
en los papeles de bancarrota de Madame Blakey[33][34].
Su magasin anglais estaba provisto
con muchas mercancías, particularmente de Inglaterra, y hay ciertas evidencias
de que utilizaba dibujos para comunicar los requerimientos de diseño para sus
encargos. Un Mr. Craw de covent Garden recibió una carta de ella con un diseño
(pattern) y otro factura de proveedor
incluye el comentario acerca "del diseño (pattern) que dejó cuando estuvo en Sheffield"[35].
Este esbozo
para la pantalla quizá fue de mano de Madame Blakey. Sin embargo, por ciertos
objetos cuya exitosa manufactura dependía de la precisión del detalle dibujado,
los merceros estaban mejor servidos empleando diseñadores especialistas. En el
caso del mercero Poirier, éste es conocido por haber encargado diseños, tal
como registra el pago por uno de un candelabro de bronce "que j'ai fait
faire"[36].
Un dibujo fechado el 7 de septiembre de 1784, portando el nombre del mercero
Philippe-François Julliot, especifica que fue hecho "sous la direction de
P.F. Julliot fils"[37][38].
Juliot obviamente empleó un diseñador calificado, aunque la función del dibujo
permanece incierta. Una interpretación posible de algunos de estos dibujos es
que fueron utilizados como propuestas para clientes potenciales. Como en el
caso de los dibujos de presentación de los escultores, fueron parte entonces
del proceso comercial más que del proceso de diseño[39].
Este bien puede haber sido el caso del dibujo de Julliot. El sutil coloreado y
la atención al detalle (particularmente de las placas) habrían sido
poderosamente necesarios para expresar información al realizador,
particularmente por el hecho de que Julliot mismo es probablemente quien haya provisto las placas de pietre dure para tal pieza[40].
Por el otro lado, su alto acabado habría sido presumiblemente un atractivo para
un cliente potencial. Es intrigante el hecho de que no ha sobrevivido ningún
mueble con este diseño (pattern),
aunque Setterwall ha demostrado que las placas de pietre dure aparecen en un número de piezas de ebanistería
actualmente en las Colecciones Reales Británica y Sueca[41].
Es posible que el dibujo representase una propuesta de Julliot a un cliente
potencial que la rechazó, por lo que las placas fueron entonces utilizadas para
otras piezas.
Diseñando sobre chapas
La producción
de dibujos de diseño no fue la única manera de jugar un rol en el proceso de
diseño, y otros medios utilizados por los merceros son evidentes en otra
importante área de sus actividades. El control de los merceros sobre el acabado
(enjolivement) y su práctica de
almacenar artículos semiacabados significa que estaban en posición de reunir
artículos de su propia especificidad y de ofrecer a sus clientes una
considerable posibilidad de elección de la configuración final de los artículos[42].
Esto significa necesariamente una participación en la formulación de los
diseños, incluso aunque su alcance y naturaleza sean difíciles de establecer.
Alguna noción del rol de los merceros puede formarse examinando las detalladas
descripciones de bienes sin montar en sus inventarios y deduciendo de ellos qué
procedimientos de diseño pueden haber sido requeridos para montarlos en forma
de comerciables y acabados artículos de lujo. El inventario de Dominique
Daguerre, por ejemplo, incluía paneles orientales de laca y pietre dure que estaban destinados a ser
montados sobre piezas de mobiliario y cajas[43].
Típicos de los paneles de pietre dure
fue el "moyen tableau quarré en pierre de rapport ouvrage de florence
représentant un centaure avec cadre de cuivre doré" valuado en 60 livres y los "vingt six petits
& moyens panneaux de pierre de rapport sujets de fruits & d'oiseaux
ouvrages de florence, Dix autres de meme genre un peu plus grande"
valuados en 108 livres[44].
Una cómoda atribuida estilísticamente a Adam Weisweiler, uno de los proveedores
de Daguerre, está montada por tales placas[45].
Descripciones
semejantes no sólo ilustran vívidamente las existencias de artículos
semiacabados tales como los transportaba un mercero, sino que también sugieren,
al menos por implicancia, el grado al que el diseño de los objetos -el cual era
una parte considerable de los mismos- estaba determinado por la forma y diseño
(pattern) de estos elementos
constitutivos. Hasta cierto punto, la forma del cuerpo de una pieza de
mobiliario estaba dictada por las dimensiones de los paneles provistos por los
merceros a los ebanistas. En el caso de una cómoda enchapada con laca japonesa,
su frente fue diseñado siguiendo una única pieza de laca con que se lo
enchaparía[46].
El diseño de esta pieza está dominado por la escena de paisaje japonés. La
cartela de bronce recorre continuamente todo el borde del panel, enmarcando
ambos cajones sin irrumpir en la composición del paisaje[47].
Mientras no era necesariamente requerido para el ensamblaje de tales objetos
diseñar cajones semejantes, hay cierta evidencia que indica que las
intervenciones de los merceros fueron significativas, aunque por otros medios.
En el caso de
las placas de porcelana provistas por la manufactura de Sèvres desde la década
de 1750, varios merceros han sido acreditados tanto con el diseño de las placas
como con las formas del mobiliario y otros artículos en los cuales estaban
incorporadas[48]. Por
ejemplo, en 1770 cinco placas bleu
celeste fueron descriptas en los registros de venta de la manufactura como
"pour coffre Daguerre"[49].
En el caso de dos bureau plats estampillados por Martin Carlin, la forma final
del escritorio fue presumiblemente establecida de antemano para portar las
catorce placas[50]. La tarjeta
comercial de Daguerre está fijada en el lado inferior de la pieza[51].
Algunas de las placas están datadas en 1778, pero no fueron compradas hasta
mayo de 1784 por el Gran Duque Pablo (más tarde Zar Pablo I) de Rusia y la Gran
Duquesa María Feodorovna para Pavlovsk[52].
La versión en laca está montada por un surtido de paneles de laca japoneses
cortados para repetir las formas de las placas de Sèvres[53].
En la pieza del Getty (no en el escritorio del V&A que está estampillado
tres veces) la estampilla del ebanista Carlin ha sido obliterada, posiblemente
por Daguerre. Otro escritorio de laca (sin estampillar) sobrevive al igual que
un dibujo de una versión similar con placas de porcelana, ambos de diferentes
proporciones pero repitendo la misma falda en forma de delantal de los
escritorios del getty y del V&A[54].
Aunque las dos grandes placas curvas de porcelana del escritorio del getty son
los dos únicos ejemplos sobrevivientes de esta forma de placa porducida en
Sèvres, parece que el diseño del escritorio fue utilizado y adaptado para
utilizarlo con pequeños paneles de laca.
Tanto
Simon-Philippe Poirier como Dominique Daguerre vendieron una cantidad de
pequeñas mesas que incorporaban placas de formas variadas[55],
y pequeñas piezas de ebanistería con placas de Sèvres fueron realizadas en
serie durante un período de varios años. Diez casi idénticos bonheurs du jour sobreviven en
colecciones públicas, cada uno de ellos montados por diecisiete pequeñas placas[56][57].
Las placas fueron datadas por la manufactura de 1766 a 1774. Savill atribuye el
diseño de las primeras placas de porcelana al menos en parte a Poirier, quien
fue el primero en coordinar en cierta escala el montaje de las placas sobre
mesas y otras formas de mobiliario. Eriksen calculó que Poirier habría
comprados 1.400 placas por 1770[58].
Desde la década de 1770, Daguerre devino el principal comprador, y parece muy
probable que haya diseñado y estado exclusivamente asociado a varias formas de
objetos incrustados con placas de porcelana. Algunas de las placas para
mobiliario fueron decoradas expresamente para él[59],
y también estuvo vinculado en el diseño de jarrones. En 1782-3, la manufactura
produjo siete "vases à monter Daguerre", cuya forma fue copiada de un
modelo de madera provisto por él[60].
Durante los años siguientes se produjeron otras variantes, incluyendo jarrones
en forma de cassolette (pebetero) ovales y redondos[61][62].
Muchos
objetos fueron almacenados en pequeños grupos dentro de los cuales había
pequeñas diferencias. Las existencias tendieron a ser altamente individualizadas:
además de pequeños artículos de porcelana, los artículos fueron raramente
enlistados en grupos idénticos de más de dos o tres, y a menudo éstos estaban
definidos como pares (de jarrones, de girandoles,
de commodes, etc.) o como garnitures (de jarrones o urnas de
porcelana). Semejante patrón de producción en pequeñas series con alguna
diferenciación parece típico dentro del mercado de lujo. Por ejemplo, el
inventario de Claude-Antoine Julliot de 1736 registra diez cómodas diferentes
de madera de violeta (bois de violette).
Difieren en tamaño (de tres a cuatro pies y medio de ancho), en el número de
cajones y en la forma. Algunos tenían monturas y pies (pieds de biche) de bronce, algunas tenían tapa de mármol, una de
ella tenía tapa de palisandro y otra era sans
dessous. Cada una fue registrada separadamente y valuada entre 70 y 150 livres[63].
Un caso en el
que diseños particulares pueden ser estrechamente asociados con un mercero
individual es el de las monturas utilizadas para enmarcar una serie de jarrones
de porcelana de Sèvres[64][65].
Aparentemente estos jarrones servían tanto de jarrones pot pourri como de
candelabros dado que, como en los ejemplos de Fontainebleu, algunos pares
tienen tapas que pueden ser colocadas de manera inversa, develando un candelabro
de tres luces. Las monturas fueron, entonces, más elaboradas. Más significativo
en el contexto de este argumento, sin embargo, es la distinción de sus
características decorativas, especialmente las cabezas de león. Como ha
subrayado Verlet, dado que la tapa de uno de los vasos de un par de Sèvres
azules de este modelo, perteneciente a una colección polaca, tiene en su base
una inscripción que registra el nombre y la dirección del mercero Dulac e
incluye la palabra invenit, parece
que Dulac se estaba presentando allí a sí mismo como autor del modelo[66].
Esto no significa que él mismo haya diseñado los bronces, pero sugiere que él
consideraba que el modelo le pertenecía y que su uso estaba restringido a jarrones provistos por él.
Geoffrey de
Bellaigue ha considerado otro ejemplo de bronces distintivos: los utilizados
por el mercero Martin-Eloi Lignereux, el último socio comercial de Daguerre
hacia fines del siglo XVIII[67].
Al discutir el el problema del rol preciso de Lignereux en el diseño de una
serie de relojes muy similares, observa que los ornamentos de bronce,
comparables a los utilizados en otros objetos que se sabe él ha vendido, pueden
constituir un modelo específico de Lignereux. Evidencia semejante, junto con la
posesión de modelos de bronce de otros
merceros, podría indicar alguna intervención directa en el diseño de monturas.
Pero la atribución de bronces aún es altamente problemática. Como subraya de
Bellaigue, la conexión observada puede ser "fortuita; podría indicar
simplemente la popularidad del particular motivo neoclásico"[68].
Sin embargo,
los inventarios sugieren que ciertos modelos de bronces fueron exclusivos de
merceros individuales. Si ellos los diseñaron o no, estuvieron capacitados para
mantener efectivos derechos de copia a través de la comisión y el cuidado de
los modelos de plomo de los cuales los bronces eran fundidos. Simmon-Phillipe
Poirier dió modelos de bronces a Dominique Daguerre en ocasión del matrimonio
de este último en 1772[69].
Claude-François Julliot almacenó una cantidad de monturas de bronce para
muebles, tanto doradas como sin dorar[70].
También mantuvo los modelos de bronce para fundición, tal como registra su
inventario de 1777[71]. Aunque el
mercero Lazare Duvaux encargó monturas de bronce para porcelana "modèles
fait exprès", no hay evidencia de que haya mantenido los modelos[72].
Al igual que en el caso de Julliot, las existencia de Martin Hennebert incluían
ornaments de bronze dorés aunque no
se registren modelos, y la mayoría de los merceros que alamcenaban mobiliario
también tenían un surtido de monturas de bronce y cerraduras en sus existencias[73].
Aquellos merceros cuyos inventarios describían sólo las monturas de bronce
fundidas debieron comprarlas probablemente en el mercado abierto. El papel de
los merceros en la tenencia de modelos propios, así como en la copia o
imitación de bronces, era un tema de debate dentro de las corporaciones. De
acuerdo a la legislación redactada en 1776, un modelo de bronce y/o dibujo para
cada diseño (pattern) debía ser
registrado con la intención de prevenir su uso por parte de cualquier otro
broncero[74].
La legislación parece no haber permitido el registro de diseños por cualquier
individuo, tal como un mercero, fuera de la corporación de bronziers. Inclusive, el documento prohibe expresamente a los
miembros de la corporación de mercero el plagio de modelos.
Diseño por montaje
Ningún tipo
de obra ilustra de manera más impactante la relación de los merceros con el
diseño -y las dificultades para comprenderlo- que los relojes y los ornamentos
que combinan un número de materiales. Los estatutos corporativos de los
merceros les daba el derecho de almacenar un surtido semejante, y produjeron
nuevos modelos combinando porcelana importada y de producción doméstica, bronce
y otros materiales tales como relojes o mecanismos. Desde aproximadamente la
década de 1740, una serie de nuevos objetos fue vendida por merceros como Lair,
Duvaux, Dubuisson y Delahoguette. Relojes y ornamentos que combinan bronce,
porcelana y otros materiales y
mecanismos en extravagantes configuraciones fueron altamente valuados en los
inventarios. Los merceros tuvieron un lugar único para la creación de
confecciones semejantes, dado que tenían acceso a porcelana importada, a
talleres de broncería y a relojeros. Además, sus estatutos les daba el derecho
a comerciar en todos los materiales y artículos. Cada objeto fue quizás
sutilmente diferente, y es posible que los dibujos de diseño no fuesen
necesarios para montarlos. Michel Joseph Lair, por ejemplo, tuvo almacenado en
1759 el siguiente reloj, valuado en 2.000 livres
Une grande pendule en chef doeuvre
garnie de jeu dorgue, montée en cuivre doré et ornement de fleurs de porcelaine
de Saxe prisé avec seize figures aussy de porcelaine de Saxe faisant partie de
son ornement[75].
Sobreviven varios relojes con semejantes mecanismos
de órgano y figuras[76]. Mientras
el de Lair fue una pieza altamente individual, y valuable, otras descripciones
invantriales registran más objetos standard, que varían en términos de sis
partes individuales, pero ampliamente similares[77].
Las descripciones no dan suficiente información para diferenciar entre los
diseños o patrones (patterns)
vendidos en una tienda de aquellos entre las existencias de una mercero de la
vecindad. Aunque los productos orientales fuesen inusuales o inaccesibles
dentro del mercado parisino de mediados de siglo, los merceros parecen haber
tenido acceso a un grado similar de habilidades y materiales. El inventario de
Simon Henri Delahoguette de 1768 incluyó piezas menos valiosas tales como
Une pendule composée de cinq
chinois et d'un tambour de porcelaine de la Chine letout richement garni en
bronze doré d'or moulu le mouvement fait par Gudin[78].
El reloj fue valuado en 288 livres, y es similar al modelo sobreviviente que permanece anónimo[79].
La figuras de porcelana china fueron hecha para exportación en Dehua[80].
Delahoguette
también tuvo almacenada una figura de un elefante sosteniendo una caja de reloj
sin su mecanismo[81], y otras
cajas de reloj esperando ser doradas[82].
El hecho de que el dinero debido a un sculpteur
en bronze, un maitre fondeur cizeleur
y un maitre doreur argenteur et
cizeleur sur métaux, así como a dos relojeros, sugiere poderosamente que
estaba empleando modeladores y cinceladores para proveerse de los bronces para
sus confecciones[83].
El uso de modelos y dibujos de presentación
Los merceros
utilizaron otras formas de modelos de pre-producción, pero aparentemente más
para comerciar que para propósitos de manufactura. Sobreviven unos pocos
modelos a pequeña escala del siglo XVIII, particularmente para mobiliario con
tapicería tal como camas y sillas, para objetos de porcelana y, en un caso
raro, para un reloj[84]. Mientras
los modelos de yeso para porcelana de Sèvres fueron realizados como parte de
los procesos de diseño y producción y permanecían como propiedad de la
manufactura, otros modelos fueron utilizados para comerciar nuevos diseños. En
el caso de importaciones de porcelana oriental, los modèles fueron provistos a los minoristas por las Compañía de
Indias Orientales, de los cuales, presumiblemente, los merceros podrían ordenar
provisiones en mayores volúmenes.
Los merceros
también tuvieron acceso a modelos realizados en París que podían expresar la
forma quizá no familiar de cierto tipo de bienes a clientes extranjeros. Por
ejemplo, un modelo de silla que está fuertemente asociado con las compras de
muebles franceses Lord Coventry en la década de 1760 puede haber sido provisto
por el mercero Simon-Phillipe Poirier[85].
La silla, retapizada y pintada simulando la veta de la madera en el siglo XIX,
es un ejemplo de adelantado gusto neoclásico desarrollado en París durante la
década de 1760[86]. El modelo
está estampillado por el realizador de sillas (menuisier) Tilliard y marcado en tinta sobre el lado inferior con
el nombre del tapicero, Petrus[87].
Se sabe que Poirier ha provisto otros artículos de mobiliario para Croome Court[88].
Coventry compró un juego de tapicerías directamente de la Manufacture Royale
des Gobelins a mediados de la década de 1760 y se supone que la silla gout grec estaba destinada a hacer juego
con ellas[89].
La manufactura también proveyó los paneles de tapicería para tapizar el
mobiliario de asiento. Este fue emprendido por los realizadores de sillas
Mayhew e Ince, quienes también realizaron los marcos, y aunque son inconfundiblemente
inglesas, las sillas mantienen sus respaldos ovales al estilo francés. Si se
probase este especulativo vínculo con Poirier, esto estaría en concordancia con
otros ejemplos del uso por parte de los merceros de material de diseño con
propósitos comerciales.
Así como el
dibujo de Madame Blakey, muchos de los ejemplos citados al principio de este
capítulo fueron vinculados con las relaciones entre los merceros y los
proveedores locales. Un ejemplo de la explotación de dibujos por parte de los merceros
en el comercio mayorista puede verse en el caso de una colección de dibujos del
Metropolitan Museum of Art[90].
Dibujados y a veces coloreados en un número diferente de manos, estas
representaciones de mobiliario, relojes y porcelana están datados a principios
de la década de 1780 y vinculados con la decoración del palacio de Laeken,
residencia de Alberto, Duque de Sajonia-Teschen y la Archiduquesa Maria
Cristina, gobernadores de los Países Bajos, y hoy Palacio Real de Bélgica.
Se supuso
durante mucho tiempo que la colección estaba asociada con Dominique Daguerre,
al que se supone que el Duque y la Archiduquesa ordenaron mobiliario para el
palacio[91].
Supuestamente hundidos en ruta a París, los objetos no sobrevivieron. La
asociación con Daguerre es posible. Su local, A la Couronne d'Or en la rue
Saint-Honoré, estaba provista de objetos similares[92].
En algunos casos, también puede asociarse piezas sobrevivientes con los dibujos
Esmerion[93].
La función de los dibujos como ayudas para vender queda aclarada por
explicaciones manuscritas que además describen la calidad y escala de los
objetos. El dibujo coloreado del sécretaire montado con placas de biscuit de
porcelana de Sèvres[94] está
anotado así:
C'est encore imparfaitement que le
dessin rend l'effet de la bauté de la secretaire qui est orné de 4 bas reliefs
en porcelaine de franc biscuit sur un fond petit bleu et broze doré au mat[95].
Otra inscripción describe los matices de color (a
veces sobre el interior, otras en el exterior), los tamaños relativos (de las
piezas en garniture) o el origen de los artículos. La colección nunca ha sido
completamente investigada, pero es cierto que representa a un número de
dibujantes diferentes. Algunas láminas están firmadas, otras atribuídas. Para
la realización de larga distancia, entonces, el empleo de dibujantes y
coloristas fue una respuesta a los problemas de descripción, tentación y venta.
El rol de los
merceros en el diseño evidentemente varió pero parece haber sido significante.
Sus intervenciones en el proceso de diseño varían desde el empleo de
diseñadores para producir dibujos con propósitos manufactureros y mercantiles
hasta la provisión de materiales tales como pietre
dure a partir de los cuales se construiría una pieza de mobiliario. Parecen
también haber estado involucrados en diseñar o crear nuevos modelos al combinar
un número de diferentes materiales que sólo ellos tenían derecho a comerciar.
Además, también se reservaron el uso exclusivo de ciertos diseños (patterns) salvaguardando los modelos de
los cuales eran fundidos los bronces. La explotación del diseño por parte de
los merceros necesita ser vista en el más amplio contexto, extendiéndose más
allá de la documentación y atribución de dibujos o diseños impresos. Sus
complejas relaciones comerciales y su capacidad para financiar la producción de
ciertos bienes, los habilitaron para ejercer un considerable control sobre el
diseño dentro del proceso de comitencia y, además, les dio la oportunidad de
crear productos únicos para sus negocios individuales.
www.de
artesypasiones.com.ar ©DNDA Exp. N° 340514
[1] SARGENTSON, Carolyn. Merchants and
Luxury Markets. The Marchands Merciers of the Eighteenth-Century Paris.
1st. ed. London: The Victoria and Albert Museum; Malibu (California): The J.
Paul Getty Museum, 1996. 224 p., il. b. y n. y color ("Victoria and Albert
Museum Studies in the History of Art and Design"). Trad.:
Marcelo Giménez.
[2]
Théorie du luxe; ou traité dans
lequel on entreprend d'établir que le luxe est un ressort non seulement utile
mais meme indispensable nécessaire à la prosperité des Etats, 1771 (Londres,
1775), atribuido a Dumont o
Butel-Dumont, citado en Galliani, 1989, 346. Los libros y panfletos acerca del
tema del lujo, tales como el arriba citado, son demasiado numerosos como para
realizar aquí una lista. La literatura crítica acerca del debate sobre el lujo
en el siglo XVIII incluye Gaffiot 1926, Galliani 1986 y 1989,
Labriolle-Rutherford 1963, Morisette 1941, Neuman 1981, Ross 1975, Saisselin
1992, Sekora 1977, Sombert 1967.
[3]
Acerca de la geografía de París en el siglo XVIII, particularmente las áreas
habitadas por los comercios especializados, véase Burstin 1977, Furet 1961,
Garrioch 1986, Hilairet 1956, Monnier 1981, Roche 1981. Acerca de la historia
de la rue Saint Honoré, véase Henard 1909-9 y de Segur 1987.
[4]
Liger Le Voyageur fidèle 1715, citado
en Henard 1908-9, 377.
[5]
Aunque la contraparte parisina de los gremios (guilds) fue una jerarquía tanto de corporations (de comerciantes) como de communautés (de artesanos), el término "corporación" será
utilizado en este libro para denominar a ambas.
[6]
La literatura es vasta, pero para una reciente y abarcadora discusión de los
debates sobre el consumo y el comercio en Europa, particularmente en
Inglaterra, véase Brewer y Porter 1993, y también Braudel 1979, Campbell 1987,
McKendrick, Brewer y Plumb 1982. La literatura sobre el oficio y el comercio en
el siglo XVIII es también extensa, pero raramente es directamente relevante
para la discusión de los mercados de lujo parisinos. Como textos con un más
directa corroboración acerca del consumo y el comercio de arte y artículos de
lujo, y en algunos casos biografías de comerciantes individuales, véase también
Bailey 1984, Bonnaffé 1895, Casselle 1982, Chatelus 1973, Courajod 1873,
Fairchilds 1993, Grivel 1986, Joullain 1786, Montias 1987, Pardhailé-Galabrun
1988, Parker 1979, Perrot 1981, Peyrot 1973, Pomian 1987, Reddy 1984,
Reitlinger 1961-3, Roche 1987 y 1989, Schaeper 1983, Schoeser-Boyce 1981, Scott
1995, Sonenscher 1993, Wildenstein 1962, Verlet 1958, Watson 1965 (2).
[7]
La literatura sobre las corporaciones incluye Coornaert 1966, Franklin 1968,
Gaston 1910, Lespinasse 1892, Olivier-Martin 1937 y Saint-Léon 1922. Para
argumentos más recientes acerca de las corporaciones en la Francia del ancien régime, véanse Bossenga 1988,
Kaplan y Koepp 1986, Kaplan 1986, Sewell 1981 y 1986, Sibalis 1988, Sonenscher
1983, 1986 y 1987 (1), Sonenscher y Garrich 1986, Vardi 1988. Para debates más
cercanamente enfocados sobre la economía de lujo véanse Kaplan 1981, Sturmer
1979 y Walton 1986 y 1989. Véase tambien Sonenscher 1989, 210-243, pAra una
discusión de la economía del bazar (según Clifford Geertz).
[8]
Por ejemplo, véanse Baulez 1995 y Verlet 1987 acerca de los bronceros, Alcouffe
1962 y Pradère 1989 acerca de los ebanistas y Sonenscher 1987 (2) acerca de los
sombrereros.
[9]
Vidal y Duru 1911 y Cleret 1941.
[10]
Courajod 1874.
[11]
Por ejemplo, véase de Bellaigue 1974. Rosalind Savill ha utilizado
recientemente el libro diario en conjunto con los registros de venta de la
factoría de Sèvres para demostrar el prominente rol de Duvaux en el comercio
minorista de porcelana (Savill 1988).
[12]
Por ejemplo, para una discusión de Giles Joubert como subcontratista, véase
Roberts 1972.
[13]
Courajod 1874.
[14]
El Journal du Garde Meuble de la Couronne. Verlet había comenzado a publicar
entonces su trabajo sobre Mobiliario Real Francés, el que representaba el mayor
paso hacia la identificación de piezas reales a través de la conexión de los
números sobre los muebles con las entradas del Journal du Garde Meuble (Verlet
1990-94).
[15]
Watson 1965 (2), y en francés en 1967 (1).
[16]
Eriksen 1974.
[17]
De Bellaigue 1974, 858-863.
[18]
De Bellaigue 1968 y 1995. Este tema ha sido tratado también por Watson 1967 (1)
y John 1995.
[19]
Véanse Brewer y Porter 1993, especialmente el ensayo de Sissie Fairchilds 1993,
Delpierre 1966, Jones 1973, Lemire 1991, Robinson 1963.
[20]
Particularmente por Elias 1983, pero con anterioridad también por Sombert 1967
y Fairchilds 1993. El texto clásico de Veblen sobre el consumo llamativo (1912)
también tiene algo de relación aquí.
[21]
Véase C. Campbell "Understanding traditional and modern patterns of
consumption in eigthteen-century England", una aproximación activa en
Brewer y Porter 1993, 40-57, para una convincente argumentación de que el
consumo de artículos que imitan a los objetos de mayor valor consumidos por una
élite social no está guiada necesariamente por un deseo de emular a la élite, y
para una discusión acerca del carácter y motivación de los consumidores. Él
argumenta que semejantes consumidores no pueden intentar vivir un estilo de
vida aristocrático a través de esta forma de consumo, y señala que la
demostración de riqueza y status de un individuo es el resultado, más que
necesariamente la motivación, de su adquisición. Otras formas de satisfacción
pueden obtenerse del consumo de indumentaria, mobiliario y alimentos y bebidas
(Campbell utiliza el caso del té, el café y el chocolate).
[22]
La literatura acerca de la historia de las tiendas es limitada, y ampliamente
centrada en Londres: Adburgham 1981, Davis 1966, Mui 1987, Todd 1989, Walsh
1995. Para las tiendas en Francia en los siglos XVIII y XIX véase Franklin
1898, Hartmann 1909, Miller 1981, Word 1986.
[23]
El ensayo de Fairchilds sobre los artículos de "populujo" en el París
del siglo XVIII es particularmente relevante aquí dado que propone que "la
Francia urbana experimentó una revolución en el consumo en el siglo XVIII"
(Fairchilds 1993, 228).
[24]
Por ejemplo, los motivos utilizados por los laqueros parisinos (vernisseurs) sobre frecuentemente
atribuíbles a funetes grabadas (véanse Huth 1971 y Grosheide 1986). Los
orfebres, a pesar de sus estrechos vínculos con los mercados de grabados,
parecen haber usado diseños dibujados para gran parte de su trabajos. En
Sèvres, los dibujos y modelos de yeso preparatorios conservados en el museo de
la manufactura demuestran el cuidadosos proceso de planificación que precedía
al lanzamiento de un nuevo jarrón (véase especialmente Savill 1988). En el caso
de las sedas estampadas, el bien documentado porceso de diseño involucra la
transferencia de un diseño pintado o modelo (pattern) a papel punteado, el que, junto a instrucciones escritas,
hacía posible la preparación del telar y el tejido del modelo en la escala
correcta, en los colores elegidos y con la textura deseada (Miller 1996).
[25]
Véanse Benhamou 1993, Leben 1994 y 1995 (2).
La livre fue la moneda de
cuenta en Francia y desde 1726, 6 livres
equivalieron a 1 écu de plata, y 24 livres a 1 louis d'or. Una livre comprende
20 sous, y cada sol estaba valuado en 12 deniers.
La livre
también es una medida de peso equivalente a 8 onces, o 489,5 gramos.
[27]
Valuadas en 375 livres per annum.
[28]
El brevet d'apprentissage costaba 90 livres y tenía que ser registrado por un
notario. Los deberes del aprendiz eran los siguientes:
Le
devoir de l'apprenti marchand, était d'ouvrir la boutique le matin, le fermer
le soir, la bien nettoyer, y mettre les tapis et autres 'etalages, bien
ballayer devant la porte, à aller promptement porter ou querir les marchandises; s'étudier à bien connaitre la
marque du marchand, les prix et les numéros des marchandises afin qu'en son absence
et des grarçons il puisse vendre.
Prende
garde de ne point se tromper sur la qualité et valeur d'icelle. Savoir écrire,
jetter, compter, calculer, tant é la plume qu'au jetons. Se faire aimer de son
maitre et de sa femme. Il faut qu'il soit fidèle, civil, honnete et si il veut
faire tort à sonmaitre, lui en donner aussitot avis de peur d'etre accusé
lui-meme; prendre bien garde à la boutique lorsque les garçons sont occupés à
vendre, afin que ceux qui viennent pour acheter ne volent rien. Il doit apprendre
à bien auner, mesurer et peser, bien vendre et bien livrer.
Ne point
faire des bassesses, comme de laver la vaiselle, promener et amuser les
enfants, nettoyer les souliers et autres vilénies qu'on pourrait lui faire
faire. Le
marchand meme ne doit pas le souffrir.
(Extrait
de la maison reglée, por Audiger, 1692, citado por
Vidal y Duru 1911,175).
[29]
Aunque era posible el entrenamiento en diseño en Lyon, los diseñadores que
trabajaban en la industria de la seda eran alentados a estudiar los diseños parisinos.
[30]
Fuhring 1986 (2), 27.
[31]
De l'Hiberderie, 1795.
[32]
Lamina 12: Frontispicio de Recoeil de
Fleurs de Caprice inventé et dessiné par Jean Pillement. Victoria and Albert Museum, Londres.
[33]
ADVP D5B6 régistre 2813.
[34]
Lámina 13: Dibujo de una pantalla, década de 1760. Archives de la Ville de
Paris.
[35]
AN Y13701 y Y13702.
[36]
Archivos de Croome Court, factura Nº 53, citada en Eriksen 1974, 135.
[37]
Véanse Arts Council, Gran Bretaña, Londres 1960, 22, y Lemonnier 1986.
[38]
Lámina a color 4: Dibujo coloreado, fechado el 7 de septiembre de 1784. Musée
des Arts Décoratifs, Paris.
[39]
Acerca de dibujos de representación ejecutados por dibujantes especialistas
para un escultor de educación francesa radicado en Inglaterra, véase Baker
1992.
[40]
Las placas fueron puestas en disponibilidad de entre las pertenencias del Garde
Meuble (Setterwall 1959).
[41]
Setterwall 1959, 425.
[42]
Todos los merceros almacenaron artículos parcialmente acabados, o componentes,
que variaban desde cajas de relojes y patas de mesas hasta piedras preciosas
para orfebrería aún sin cortar u hojas y bastones para abanicos. Estos podían
conformar entre el 3 y el 30% del total de las existencias de un mercero. En el
caso de Claude-Antoine Julliot, el porcentaje llega e ese 30% debido a la
cantidad de piezas de cristal de roca utilizadas para armar y reparar
candeleros. Los candeleros mismos eran ítem altamente valuables: el de mayor
valuación en 1760 llegó a 6.500 livres.
En el caso de los merceros que comerciaban mobiliario, los componentes
representan entre el 1 y el 11% del valor total del mueble. Los artículos
componentes incluían patas de mesa, piezas de mármol y monturas de bronce.
Un número de inventarios registran componentes
de abanicos, y los papeles de bancarrota de Simon-Henri Delahoguette incluían 270
bastones de abanico, laqueados en rojo, con un valor de 125 livres (ADP D4B6 carton 14, dossier 677, 2
de abril de 1755). Los derechos de montaje fueron el asunto de un intenso
debate en el siglo XVIII, dado que los realizadores de abanicos (eventaillistes), taraceadores (peigniers-tablettiers) y pintores (peintres) se disputaban con los merceros
el comercio y montaje de abanicos. Aparentemente hubo doscientos merceros
especializados en el comercio mayorista y minorista de abanicos, tanto
importados como parisinos. Mantuvieron los derechos de almacenar las partes
componentes y de montarlas. Los bastones eran provistos por los taraceadores y
las hojas por los pintores, y los realizadores de abanicos intentaron
reservarse el derecho de montaje. Sin embargo, los merceros eran probadamente
un mercado demasiado importante para las otras dos corporaciones, que éstas
rechazaron el acuerdo. La estrategia de los realizadores de abanicos,
necesitando trabajar, fue probablemente intentar impedir que los merceros obtuviesen
los bastones directamente de los taraceadores, quedando obligados a obtenerlos
de los realizadores de abanicos. El debate involucra gran cantidad de papeles
administrativos y muchas horas extras de las corporaciones; véase, por ejemplo,
BN MSS Mss Joly de Fleury 2018, fo 245).
[43]
AN XXXXVI, 633, 15 Frimaire an 5, Daguerre, publicado por primera vez por
Lemonnier 1986.
[44]
Enlistado bajo Objets divers lestout du
magazin destinés à l'establissement de meubles à faire ou provenant de meubles
défauts.
[45]
Lámina 14: Cómoda, francesa e italiana, c. 1785, atribuida a A. Weisweiler. J. Paul Getty Museum, Malibu, California.
[46]
Lámina a color 5: Cómoda, c. 1750, estampillada por BVRB II. Victoria and Albert Museum,
Londres.
[47]
Los bronces están organizados sans traverse,
esto es sin bordes horizontales a lo largo del frente de cada cajón. El cajón
inferior se abre por medio de las volutas que se proyecta en la parte más baja
a izquierda y derecha del borde de bronce, y el cajón superior no tiene
tiradores y se abre utilizando la llave.
[48]
Los merceros Simon-Phillipe Poirier y Dominique Daguerre están acreditados con
el diseño de varias pequeñas piezas de mobiliario incrustadas con placas de
porcelana de Sèvres. Fueron socios entre 1772 y 1785, cuando Poirier murió (véase
capítulo 2). Savill documenta la historia de la producción de las placas para
mobiliario y cajas de rapé, afirmando que aunque las placas para mobiliario
fueron realizadas en pequeñas cantidades desde 1752, su producción en cualquier
cantidad dependía de las órdenes de Poirier, que datan de fines de 1758. Varios
autores han señalado que un pequeño número de merceros tuvo un virtual
monopolio sobre la compra de estas placas y que pueden haber estado
involucrados en su diseño, así como en el de las cajas y el mobiliario sobre
los cuales serían montadas. Por ejemplo, todas las placas para cajas de rapé
hechas antes de 1759 fueron compradas por Devaux. Duvaux también es acreditado
por Watson como el origen de una serie de cajas de rapé acabadas con placas de
porcelana (véanse Grandjean 1959 y Watson 1966, col 3., 104).
[49] Savill 1988, 843.
[50] Lámina a color 6: Bureau
plat, 1778-84, estampillado por Martin Carlin. J. Paul Getty Museum,
Malibu, California. Lámina a color 7: Bureau-plat,
c. 1780, estampillado por Martin Carlin. Victoria and Albert Museum, Londres.
[52] Wilson 1981.
[53]
Lámina 16: Detalle de placa de porcelana de Sèvres, 1778. J. Paul Getty Museum, Malibu, California. Lámina
17: Detalle de panel de laca, japonés, fines del siglo XVII. Victoria and Albert Museum, Londres.
[54]
Lámina 18: Dibujo coloreado de una mesa, 1770-85. Metropolitan Museum of Art, New York. Lámina
19: Detalle de mesa, 1770-80, atribuída a Martin Carlin. Foto de Sotheby's.
[55]
Lámina 20: Mesa, francesa, c. 1773, estampillada por Martin Carlin. J. Paul Getty Museum, Malibu, California. Lámina
21: Mesa, francesa, c. 1785, estampillada por Martin Carlin. Victoria and Albert Museum, Londres.
[56] New York, The Metropolitan Museum of Art (colección
Jack y Belle Linsky, 2, colección Kres, 2), San Marino, Huntingdon Art Gallery
(2), Inglaterra, Waddesdon Manor (2), Northamptonshire, Boughton House (1),
Paris, Musée Nissim de Camondo (1). Véase Medlam 1992 para una
discusión del presunto prototipo hoy en el Bowes Museum.
[57]
Lámina 22: Bonheur du jour, francés,
c. 1765, estampillada por Martin Carlin. Bowes Museum, Barnard Castle, Co. Durham.
[58] Eriksen 1974, 215.
[59] Savil 1988, 976.
[60] Véase Savill 1988, 468-480. Eriksen
afirma que jarrones realizados en Sèvres con el propósito de ser ubicados en
monturas de bronce no estaban generalmente disponibles, sino que eran
especialmente realizados para los merceros (Eriksen 1974, 135). En la década de
1750, una serie de formas de porcelana realizadas en Sèvres fue nominada de
acuerdo a dos merceros, Lazare Duvaux y Thomas-Joachim Hebert. No queda
evidencia de que estuviesen relacionados en el diseño de estos objetos -las
piezas así llamadas están entre un número de formas denominadas de acuerdo a
accionistas y comerciantes asociados con la manufactura (Savill 1988, 961-90).
[61]
La pieza Wallace es el único ejemplo conocido con tapa y pie de bronce dorado
en lugar de porcelana.
[62]
Lámina 23: Jarrón, Sèvres, con monturas de bronce dorado, c. 1785. J. Paul Getty Museum, Malibu, California. Lámina
24: Jarrón, Sèvres, con monturas de bronce dorado, c. 1785. Colección Wallace,
Londres.
[63] 1 a 70 livres,
3 a 75 livres, 1 a 80 livres,
3 a 100 livres, 1 a 110 livres, 1 a 150 livres.
[64]
Para un par de jarrones de Sèvres útiles en verde manzana, véanse Christie's,
Londres, 4 de diciembre de 1975, lote 51 (ilustr.), y Christie's, Londres, 19
de marzo de 1964, lote 59 (ex-colección Ashburton).
[65]
Lámina 25: Jarrón y candelabro, c. 1765. Foto de Christie's Images.
[66]
Palacio Lazienski, Varsovia. Véase Verlet 1987, 73 y 263, ilustr. 66 y 67. En
este ejemplo, la porcelana bien podría ser de época posterior
[67]
De Bellaigue 1968.
[68]
De Bellaigue 1968, 291. Ottomeyer y Pröschel (1986), Baulez (1986 y 1995) y
Verlet (1987) discuten los proveedores de broncería de los merceros,
particularmente a fines del siglo XVIII (Omont, Remond u Gouthière).
[69]
Eriksen 1974, 135, y de Bellaigue 1974.
[70]
La lista comprendía ornements de bronze
non dorés, items 811-814 (monturas pra mobiliario), bronzes doré items 815-822 (más monturas incluyendo algunas para
porcelana, filos de cajones y pisapapeles) (AN MC IX, 666, 5 de noviembre de
1777, Julliot).
[71] Modeles dornements d'après Boule propre pour
Bibliotheques item 828, modeles de commode item 829, modeles de armoireitems 829-835.
[72]
Estas costaban 960 livres y fueron
diseñadas por Duplessis como monturas para dos urnas de celadón (Courajod 1874,
15 de junio de 1754, 1810). Otros nueve ejemplos de monturas de Duplessis están
registrados en el libro diario (entradas 601, 1021, 1124, 1493, 1713, 1738,
1810, 2420, 2806, 2999).
[73]
AN MC LXII, 521, 24 de octubre de 1770. Nicolas Guignard, marchand bourgeoisfaisant commerce de cabinets, bureaux et armoires
d'ebenne en la firma Au Nom de Jesus en el Puente Notre Dame. Sus
existencias de monturas incluían ojos de cerradura o bocallaves para cajones (serrures de tiroir), aros de bronce
(presumiblemente para tiradores de cajón), y 6.000 clavos de cobre. Treinta y
dos bocallaves de bronce laqueado (cuivre
en couleurs) eran específicamente "pour servir dornements a des
bureaux -8 livres-, quatre tetes de cuivre en couleur acompagné de leurs chutes
et deux pieds de biche aussi de cuivre en couleur", valuados en conjunto
en 100 sols y quatre griffes de lion de cuivre en couleur 6 livres (AN MC
XXXVIII, 130, 19 de julio de 1714 Guignard).
[74]
Véanse Eriksen 1974, 271-6 para una completa transcripción y traducción de este
documento, y Verlet 1988 para más discusión acerca de los modelos.
[75]
AN MC LX, 481, 17 de enero de 1759.
[76]
Para un reloj con flores de porcelana de pasta blanda y un grupo de cuatro
figuras en blanc de Chine, montado en
bronce, el mecanismo del reloj por Noel Balthazar, véase Christie's Monaco, 2
de diciembre de 1994, lote 23 (ilustr.). Para un posterior reloj autómata con
órgano, con un árbol y un pájaro autómata que bate sus alas, el mecanismo del
reloj por Ardiot, colocado en una base neoclásica, véase Christie's Londres, 13
de junio de 1991, lote 20.
[77]
Lámina 26: Reloj francés, mediados del siglo XVIII, con figuras de porcelana de
Meissen y flores de porcelana de Vincennes. The National Trust, Waddesdon Manor.
[78]
AN MC CXVI, 439, 23 de diciembre de 1768, Delahoguette, item 295.
[79]
Lámina 27: Reloj, mediados del siglo XVIII, con figuras de blanc de Chine c. 1700. Foto de Christie's
Images.
[80]
Lámina 28: Grupo de figuras de blanc de
Chine de una familia holandesa, Dehua, c.1700. Victoria and Albert Museum, Londres.
[81]
Lámina 29: Reloj, mediados del siglo XVIII, elefante de porcelana de Meissen. The National Trust, Waddesdon Manor. Lámina
30: Detalle de la base del reloj, c. 1750. The National Trust, Waddesdon Manor.
[82]
"Un elephan portant une boete de pendule", valuado en 120 livres. Un reloj similar, también sin
mecanismo, fue descripto en el inventario de Alexandre Lefaucheur en febrero de
1750, y un modelo formaba parte de las posesiones de Caffieri en ocasión de su
matrimonio en 1747 (de Bellaigue 1974, vol. 1, 102). El V&A tiene un
ejemplo de este modelo, con un mecanismo de reloj por Martinot, marcado con la
inscripción "fait par Caffieri" (252-1882, colección Jones, véase
Verlet 1987, 210). A su muerte, en 1758, Duvaux debía dinero a tres relojeros
(Moisy, Lenoir et Masson), un escultor, seis fundidores de bronce y un dorador
(AN MC XC 290, 29 de noviembre de 1758, Duvaux).
[83]
Como señala Verlet, un número de relojeros estuvieron relacionados con el
encargo de bronces, pero en este caso parece que Delahoguette estaba
controlando la manufactura y montaje de sus relojes (Verlet 1987).
[84] Los
dibujos fueron seguidos a veces por modelos realizados en cera, madera o
terracota, generalmente a 1/7 de la escala real, y luego podía hacerse un
modelo de alrededor de 1/3 de la escala real. Por ejemplo. los modelos
realizados para el Palacio Real de Varsovia, siguiendo los dibujos de J-L.
Prieur en 1765, incluían una cama y dos sillas. La cama modelo fue dorada, y
probablemente haya sido un baldaquino completo, con cortinados incluídos, y las
sillas fueron modelas primeramente en cera a pequeña escala, luego en tamaño
maño con terracota. Sin embargo, ninguno de esos modelos ha sobrevivido. Los
modelos de silla francesa del siglo XVIII existentes incluyen un modelo de cera
de un sillón mostrando variaciones en las patas, etc., en una colección privada.
Entre los modelos existentes en colecciones públicas existe un modelo en
terracota a escala real de un reloj, en el J. Paul Getty Museum, y el modelo
para el mueble alhajero de María Antonieta en el Baltimore Museum of Art.
[85]
Lámina 31: Sillón modelo, francés, 1763-68, estampillado Tilliard y marcado petrus.
Foto de Christie's Images.
[86]
El modelo es un interesante documento del emergente gout-grec en Francia. La mayoría de las sillas francesas
neoclásicas que nos han llegado han sido manufacturadas a partir de 1768
(Eriksen 1974, 337). El modelo Tilliard está muy cercano en diseño a una silla
estampillada por Louis Delanois, a la que Eriksen fecha 1768-70 y describe como
"un temprano ensayo de neoclasicismo". Eriksen señala que la dureza
de la guirnalda de hojas de laurel que rodea el respaldo, que está muy cercana
al diseño del modelo Tilliard.
[87]
Jean-Baptiste Tilliard (1686-1766), quien desde 1752 trabaja con su hijo
Jacques-Jean Tilliard (1723-1798), ambos menuisiers
de una familia de especialistas de primera línea en la realización de sillas.
Jean-Baptiste devino Menuisier de Garde
Meuble du Roi en 1728 y su hijo tomó el puesto luego, en 1766. La
inscripción PETRUS sobre las cinchas da una muy rara evidencia de la
participación de un tapicero. Los marchands
tapissiers actuaron como intermediarios entre el oficio de tapicería de
calidad y los clientes en el París ancien
régime. Una silla de la venta Camille Lelong (Paris, 1903) lleva una
inscripción en tinta de Petrus, y forma parte de un conjunto que se cree fue
comprado en París por Louise-Elizabeth (hija de Luis XV) para el palacio real
de Parma. Bill Pallot atribuye las sillas de Parma a N-Q Foliot. Petrus es
conocido por haber formado parte de un red de artesanos que trabajaba en Parma
para la Duquesa de Parma, la que incluía otro marchand tapissier, y tres menuisier-ébénistes.
En 1754, un Baptiste Petrus está registrado con Nicolas Yon, quienes firmaron
conjuntamente una valuación en moneda francesa de artículos de mobiliario para
la corte de Parma, y en 1765, J. Baptiste Petrus co-firmó otro estimado de
mobiliario, en moneda española. Es interesante observar que Tilliard también
aparece en archivos relacionados con Parma como proveedor de sillas
esterilladas en 1755.
[88]
Véanse las cuentas publicadas por Beard 1993.
[89]
Coventry fue el primero de los compradores británicos. Él vio el prospecto en
agosto/septiembre de 1763 y ordenó en 1764. El grueso de la orden estuvo listo
para embarcar en 1767 y las sillas fueron completadas (tapizadas) en 1771. Al
observar los cartones de Tessier paras cobertores de tapicería de las sillas,
Coventry habría tenido delante suyo respaldos en forma de cartela. Se dice que
una pintura de Maurice Jacques realizada en los Gobelinos en 1762 mostraba
sillas de respaldo oval. Una aguada de P-A. Baudouin, Le Lever, fechada en 1765 y exhibida en el Salón ese año (y grabada
luego) es considerada la ilustración más temprana de sillas con repaldo
ovalado. Aunque las sillas de Croome Court, la como puero provistas, no son tan
poderosamente arquitectónicas, es posible ver influencias del modelo, aunque
hacia 1771 otras fuentes, tales como el grabado de Baudouin, estarían en
circulación. Véase Harris 1962, 100-116.
[90]
La colección Esmerion, 59.611 1-10, 60.692 1-10, 61.680 1-36. Véase Myers 1981
para una discusión exhaustiva de esos dibujos y acuarelas.
[91]
Ellos compraron de Londres, Paris y Viena. La colección Esmerion incluye ítems
comprados fuera de Paris. En 61.680, folio 1, un dibujo coloreado de un jarrón
lleva una nota en francés que sostiene que el par fue comprado por 100 guineas.
[92]
Por ejemplo, dos mesas con placas de Sèvres en la colección del V&A fueron
vendidas por Daguerre en la década de 1780. Daguerre fue uno de los pocos
merceros que compró a la manufactura placas para mobiliario. Para más detalles
acerca de la empresa de Daguerre, véanse Bellaigue 1974 y 1995, y Lemonnier
1986.
[93]
Lámina 32: Dibujo coloreado de un jarrón montado, francés, 1770-80. The Metropolitan Museum of Art, New York. Lámina
33: Jarrón, porcelana china celadón con monturas francesas, c. 1750. Foto de Sotheby's.
[94]
Lámina a color 8: Dibujo coloreado de un sécretaire,
1780-85. The Metropolitan Museum of
Art, New York.
[95]
Lápiz, tinta negra y acuarela, Metropolitan Museum of Art 59.611.10.
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